Mercaderes del dolor ajeno

Los escándalos de mala praxis médica, que durante distintas administraciones han sacudido a la Caja del Seguro Social (CSS), deben ser objeto de una prolija investigación

Los escándalos de mala praxis médica, que durante distintas administraciones han sacudido a la Caja del Seguro Social (CSS), deben ser objeto de una prolija investigación y no servir como excusa para el linchamiento mediático de la entidad y sus directivos, como pretenden hacer algunos medios, que coludidos con abogados en busca de protagonismo social explotan en su propio provecho la tragedia humana.

Recordemos el caso de los intoxicados por el dietilenglicol, cuyos insumos fueron comprados durante la administración de un excandidato presidencial independiente, que en su momento jefaturó la principal institución de seguridad social del país. Nadie lo ha llamado a que rinda explicaciones. ¿Por qué será?

Es una gran tragedia el dolor que sufren los familiares de los neonatos fallecidos en la CSS por el uso de la heparina sódica combinada con alcohol, y es un hecho que este suceso debe ser investigado, no solo por las propias autoridades de la Caja, sino por el Ministerio Público.

Lo que no debe hacerse es convertir este drama humano en un circo mediático para lucrar con el dolor ajeno y la trágica pérdida de la vida de criaturas inocentes.

Es importante que los protagonistas de estos hechos sepan que lo que debe motivar la investigación jurídica es el deseo de justicia y reparación para que estas situaciones no se repitan; es por ello por lo que deben estar alertas y darle un alto a quienes -torciendo el sentido justiciero de la ley- quieran lucrar y forrarse de dinero con el daño ajeno.

Que se abra un proceso, que la CSS y los padres de los angelitos fallecidos sean parte del mismo, pero que se detenga el intento de circo mediático. Justicia, sí; espectáculo, no.

Que las autoridades judiciales hagan su trabajo y si encuentran responsables del hecho, por acción, omisión, dolo o culpa, que les caiga entonces todo el peso de la ley, pero que no se abuse del sufrimiento para levantar audiencias o recomponer reputaciones raídas por el desprestigio.



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