ROBERTO LEWIS
De esta última serie realizada en óleo sobre lienzo con dimensiones de pintura mural tenemos: “El carro de Apolo”, “El hombre de las cavernas”, “Las pirámides en construcción” y “El Hijo del hombre”. En estos trabajos confronta los planteamientos de luz y color que encontramos en los murales que adornan el Salón Amarillo del palacio presidencial, en donde el despliegue del color, la suavidad de los trazos y un lirismo paisajístico se condensan como sustrato del mensaje.
Los trabajos realizados para el Teatro Nacional entre 1907 y 1911 marcan la traslación de una concepción del neoclásico que a través de Bouqueresse y Bonnat mantenía una vigencia casi imperceptible por una aproximación a la arquitectura importada de la época, confiere un grado de especificidad en su manifestación local.
“El nacimiento de la República”, con la dispersión en la composición, el uso del escorzo como forma de encontrar una dimensión vertical de la perspectiva y la alegoría como modelo de simbolización es, sin lugar a dudas, el mayor ejemplo de la presencia del neoclasicismo en la pintura de Roberto Lewis.
Desde el año de 1913, Roberto Lewis asume la responsabilidad de dirigir la Escuela de Pintura, cargo que desempeñó hasta 1939, desplegando una auténtica preocupación por los jóvenes artistas panameños.
Su carrera docente la continuó en la Universidad de Panamá como profesor de Dibujo hasta el año de 1949 (año de su deceso).
Demostró Lewis una excelente disposición para el paisaje y el retrato, trabajos en los cuales se desembaraza de los exigentes cánones del clasicismo y acomete una tarea descriptiva de soltura y profundidad visual.
De sus trabajos podemos mencionar la serie de presidentes de la República 1904 – 1948. Sin embargo, son aquellos realizados por iniciativa personal, como retrato de Zita Lewis y el retrato del Dr. Emilio Ponce, que revisten una particular calidad estética.
En los paisajes destacan los óleos sobre tela, que en forma de murales decoran el palacio presidencial. Bajo el título “Los tamarindos de Taboga” presenta cuadros admirables de una gran riqueza cromática y brillante luminosidad.
Esa serie mural ofrece una curiosa conjugación temática y estilística, ya que se esfuerza en proporcionar una formulación americana y tropical a un contenido alegórico que preserva elementos del clasicismo.
Con algunos recursos posimpresionistas en el trazo y la disposición de la luz, logra efectos visuales de una gran riqueza bucólica, característica de nuestro trópico insular.
Pero de igual forma realiza en pequeños formatos una gran cantidad de paisajes y marineras en donde, en forma de bocetos, cargados de cierto romanticismo en las cuales establece los criterios lumínicos y cromáticos que desarrolla en obras de mayor envergadura.
Desde escenas costumbristas como tenemos en “Fiesta campesina” hasta escenas épicas llenas de romanticismo como “El descubrimiento del Mar del Sur”, llena su itinerario en la plástica nacional, dejando los fermentos de una búsqueda por encontrar las directrices de una pintura esencialmente panameña. Muere el maestro Roberto Lewis en la ciudad de Panamá el 22 de septiembre del año de 1949.
Le tocó a don Roberto Lewis vivir en París de esos años precedentes a la Primera Guerra Mundial y en pleno apogeo de la Revolución industrial europea, más el rebosamiento de sensacionales acontecimientos artísticos y fulgurante vida intelectual parisina. Vivió el joven artista panameño la “Belle Époque” entre dos guerras 1886 – 1914.
Desde 1905 a 1908, a la edad de treinta años, acepta responsabilizarse de ejecutar su primera obra pictórica de grandes dimensiones y es lo que hoy podemos contemplar en el Teatro Nacional. Para tal objeto, el joven artista se trasladó a París, cargando consigo la balumba de planos, datos y apuntes del edificio en construcción; el resultado fue todo un éxito, pues contó con competentes asesores y dentro de su cerebro, un cuidadoso documental como acompañante.