Saneamiento de la bahía
El proyecto de saneamiento de la ciudad capital y de la bahía de Panamá, con una inversión estimada en su primera etapa de unos 900 millones de
El proyecto de saneamiento de la ciudad capital y de la bahía de Panamá, con una inversión estimada en su primera etapa de unos 900 millones de dólares, parece un asunto solo de expertos, pero no lo es.
Es un asunto de todos, y quizás es este el momento de entender que los frutos que ha dado la iniciativa, y que podría llegar a dar, están condicionados por la actitud y cultura de la gente, cuya falta de consideración al seguir tirando basura en ríos y fuentes de agua hace muy difícil interrumpir el circuito de la contaminación que sigue afectando a la bahía.
El proyecto contempla la conducción de las aguas residuales a través de redes de alcantarillado, colectoras y sistema interceptor hasta la planta de tratamiento en el área de Llano Bonito en la capital, para ser tratadas de manera biológica, inyectándoles aire, lo que ocasiona que las bacterias que vienen en el agua residual se reproduzcan y consuman la materia orgánica o la contaminación.
El procedimiento también estima la separación de los lodos activados del agua tratada, la desinfección y la descarga ya como agua limpia, o efluente, en la desembocadura de los ríos.
Los lodos pueden ser incluso reutilizados, como se explora por ejemplo para la agricultura y la reforestación, y a los excedentes se les da otro tratamiento para la generación de biogás y de energía que se emplea para el funcionamiento de la planta.
Lo esencial al final, y para que no se pierda una inversión tan importante, es empezar a trabajar en la separación de los desperdicios en casa, y que pueden ser aprovechados en parte a través de campañas como Tu Papel Cuenta, que promueven la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon), Tetra Pak y Papelera Istmeña, con el respaldo de los principales supermercados del país.
Lo esencial al final es entender que la capital del país y el lugar en donde cada uno vive hay que quererlo, y que por eso no se debe permitir siquiera que se tire un papel en sus calles o ríos.