Siguen
Por: Por: Milcíades Ortiz Catedrático -
La ventajosa posición geográfica de Panamá, que es el lugar más estrecho que une a América del Norte y del Sur, ha determinado nuestra manera de vivir desde hace más de cien años. Los Estados Unidos se han aprovechado de esta realidad para beneficiar su desarrollo económico. Cuando había que facilitar el tránsito de miles de norteamericanos del Pacífico al Atlántico por el descubrimiento de oro, hizo el ferrocarril en 1850. Esta obra no solo favoreció a la potencia del norte, sino también a Panamá. Los millones invertidos mejoraron el nivel de vida de miles de compatriotas y modernizaron las ciudades de Panamá y Colón.
Cincuenta años después del tren, ante el desarrollo naviero y su poder en el mundo, Estados Unidos construyó el Canal de Panamá que, nadie puede negar, ha sido significativo en el mejoramiento del nivel de vida de los panameños. Por eso nosotros hemos sido un pequeño pero desarrollado país, que se destaca en América Central y del Sur. El hecho de que el dólar circula en el país libremente permitió la adquisición de numerosos artículos hasta en niveles pobres. Cualquier panameño que en los años cincuenta, sesenta y setenta haya viajado por la región, supo de esta realidad.
Los sociólogos saben que un país poderoso influye en aspectos económicos y culturales en países pequeños que tienen alguna relación con esta potencia. Hubo una época en que Estados Unidos influyó notablemente en la comida, música, maneras de vivir y pensar de muchos compatriotas. Recuerdo que desde los años cincuenta se decía “que si alguien quería ser presidente de Panamá”, debía tener el visto bueno de Estados Unidos. Nuestro pequeño pueblo ha tenido sus problemas con la primera potencia mundial. No olvidemos el Incidente de la Sandía, en el que un mala paga gringo provocó una reacción violenta de panameños, lo que causó la muerte de varios panameños y norteamericanos.
Todavía nos duele la matanza del 9 de enero de 1964. Como dirían algunos en la comunidad de Rusia en Veraguas, “ha pasado mucha agua bajo el puente” en nuestras relaciones con Estados Unidos. Ya las escuelas no hacen actos ni marchas el 4 de julio. Tampoco en colegios obligaban a sus alumnos a aprenderse de memoria el himno norteamericano y el discurso de Lincoln. Pero los norteamericanos siguen aquí…