Subsidio eléctrico

Ya la opinión pública es conocedora del aumento de la tarifa eléctrica, el cual impactará negativamente a la economía de las clases populares, ya que los empresarios, aunque pagarán a regañadientes, tienen los recursos para hacerle frente a la medida.

Como ha manifestado el actual secretario de Energía, este aumento puede ser asumido por el gobierno entrante o traspasado directamente al consumidor, quien deberá asumirlo como un gasto adicional en la ya maltrecha economía doméstica.

Aquí es donde se demuestra la validez de la política impulsada por la actual administración en materia de subsidios, que tanto beneficio ha traído a la familia panameña.

El nuevo gobierno tendrá que definir si asume la carga o la pasa al pueblo. En ambos casos, se desprenden importantes consecuencias: por un lado, si la asume, queda desmentido a sí mismo ante la opinión pública, ya que durante la campaña electoral criticaron los subsidios gubernamentales.

Si asumen la carga del aumento, entonces le dan la razón a la actual administración que ha venido echándose a cuesta cargas impositivas para que los más humildes tengan un respiro.

Es por ello por lo que los subsidios no pueden ser buenos cuando los proporciona un gobierno y malo cuando los da otro, y allí queda al descubierto la doble moral de la clase política criolla: “malos si lo haces tú, bueno si lo hago yo”.

Al margen de la política, queda demostrado que el apoyo a sectores clave de consumo es fundamental. Fue y es un crimen haber atacado esos subsidios por pura politiquería, porque ahora van a tener que recurrir a ellos, so pena de que la población se alce en una marejada incontenible de descontento popular si son eliminados.

Imaginemos solamente lo que sucedería en Panamá si a este o cualquier gobierno se le ocurriera eliminar el apoyo al precio real del tanquecito de gas de 25 libras.

Sin ese apoyo el mismo pasaría de $4.37 a $14.00.

Ojalá se mantenga el apoyo gubernamental al pueblo para paliar el golpe del alza de la energía eléctrica.