Ricardo Martinelli - 26/1/18 - 12:00 AM

Deslealtad se paga con desprecio popular

El exmandatario Ricardo Martinelli evalúa que las bases del partido y el pueblo le pasarán factura a Rómulo Roux por su traición a lo interno de Cambio Democrático.

 

Por: Por: Ricardo Martinelli Expresidente de la República -

Varela, duele decirlo, pero se ha convertido en una persona de malos sentimientos por su hábito de perseguir y aniquilar mentalmente a sus oponentes.

Su carácter osado, frío, amoral, deshonesto, hipócrita y muchas veces maquiavélico deja mucho que decir de la persona en campaña que demostraba amor, respeto, humildad, sabiduría y paciencia. Todo ser humano está lleno de bondades y defectos, con cosas tanto buenas como malas, que salen cuando se conoce el verdadero ser una vez se le da poder y responsabilidad.

Puedo decir, casi sin equivocarme, que ese ánimo de pasar factura, algo nunca antes visto en Panamá, pero muy típico de las purgas estalinistas o de países africanos, han despertado un nivel de expectativas y de miedos al estar frente a una persona que no conoce límites y no sabe o no quiere parar hasta destruir todo lo que para su intelecto es inapropiado, siendo juez y parte, donde se excluye a los amigos y se cocina a los enemigos y más si son para eliminar del ruedo político a presentes o futuros contrincantes.

Por eso es la campaña de aniquilación sistemática, tanto física como mental, económica, reputacional, etc. El fin justifica los medios, por eso es que el incursionar en la vida partidaria usando caballos de Troya, diputados comprados con el pecunio público y destruyendo los cimientos democráticos de partidos no afines parece la mejor forma de destruir.

Rómulo está en una encrucijada. Es un juego, suma cero, lo que haga da cero. Un buen individuo que con el apoyo adecuado (no del Gobierno) tenía un excelente futuro, si sabía esperar su momento que ya venía y no irrumpir la máxima más grande de la política: la lealtad. La deslealtad se paga cara. En la mafia se paga con la vida. En la política con el desprecio ciudadano mediante el voto popular. Es prestarse a morder la mano que lo vio nacer políticamente es craso y fatídico error, que no se recupera muy fácil.

El que honorables diputados, que de honorables la mayoría no tienen nada, sean la mayoría estructura directiva partidaria, es como darle al preso las llaves de la cárcel. Los intereses de la membresía son opuestos al de los diputados y todo partido que es “asaltado” y tomado por estos está próximo a desaparecer con el tiempo.

Igualmente, el destronar al líder originario es algo entendible y que sucede a menudo. Eso no quita la aceptación del tal líder y el tener 19 años siendo el presidente era tiempo más que suficiente para pasar el “bastón” de mando ordenadamente, pero que se lo quiten abruptamente por los intereses de un competidor partidario es la fórmula correcta para una implosión que no perjudica al líder, quien se va hacia otros lares o forma otro partido.

El líder se lleva todo su carisma político y asumiendo el rol de mártir, que es muy bien pagado en política, dejando el cascarón solo a merced de los nuevos dueños.

La historia está llena, solo mirar a Belisario Porras, Arnulfo Arias, los Torrijos, el antiguo Pala, el Partido Republicano, el Molirena y otros partidos. Me parece que Cambio Democrático no será diferente. Si Varela cree que robándose el partido acabará con el liderazgo de Ricardo o Marta Martinelli, está más equivocado y perdido.

Una cosa puede ser su afán a la venganza que tiene gratificaciones inmediatas, pero no son duraderas, porque el retorno es más fuerte que la partida. El que vea solo el odio y satisfacción a cortísimo plazo es un neófito, cosa que creo Varela no es.

En política las sorpresas no dejan de sorprender y los otrora aliados se convierten en enemigos acérrimos y viceversa.

Qué triste es, pero las circunstancias se prestan a esta realidad. Por eso en política se rofea y discute, pero uno no se pelea, no se cruza la línea invisible.

El que la cruza eventualmente todos van contra él en una política de solidaridad contra el opresor. Me acuerdo que oí las peleas entre los liberales contra los Arnulfistas y después verlos juntos contra los militares o antiguos PRD.

Pero yo mejor no digo “de esta agua no beberé”, porque la política es tan cambiante que otrora enemigos se convierten en aliados; porque como dicen: haz bien y no mires a quién, porque quién sabe si uno de esos que adversas, mañana será un mejor aliado, que lo tenías al lado y no te habías dado cuenta y el que está contigo de “socio” se convierte en enemigo. ¿Qué lío, verdad?

En la vida política por ser tan variante es mejor no meterse en los problemas internos de otros partidos tratando de imponer tu voluntad, porque pensando te haces un bien, quedas haciéndote un mal al no saber distinguir quiénes son amigos aliados, y lo que hagas, en vez de ayudarte, termina perjudicándote.


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