La selección de Panamá es última, pero con abundantes enseñanzas para el futuro

Cátar 2022 es el objetivo para Panamá, que tras Rusia ya no contempla la clasificación mundialista como un reto inalcanzable.
Los jugadores de la selección de Panamá se reúnen en el campo para darle gracias a Dios, luego de su última presentación en Rusia 2018. Foto EFE

Los jugadores de la selección de Panamá se reúnen en el campo para darle gracias a Dios, luego de su última presentación en Rusia 2018. Foto EFE

Por: Rusia/EFE -

Panamá echó el cierre a Rusia 2018 con tres derrotas en la mochila, último en la clasificación oficial de la competición, pero con abundantes enseñanzas para el futuro y un punto de inflexión que asumir para el nuevo panorama que se abre al fútbol canalero en la competición de alto nivel.


Sin definición sobre la continuidad en el banquillo de Hernán Darío Gómez, aún en el aire, la selección de Panamá emprende regreso a casa después de más de tres semanas de estancia en Rusia, a donde llegó plagada de entusiasmo pero a la aventura. Inédito hasta ahora en eventos de tal nivel.


Independientemente de los resultados que dictó el juego, la selección de Panamá ha dado un paso al frente en Rusia. Ya es mundialista el país centroamericano, que contemplará desde otra perspectiva cada acometida hacia otra fase final.


Bélgica e Inglaterra delataron que existe un abismo entre el fútbol de alto nivel de Europa y el ámbito en el que se maneja el deporte canalero. Pero no son tantas ante equipos como Túnez, al que tuteó en el cierre de su participación.


Rusia 2018 supuso el bautismo panameño entre la élite y el reconocimiento y el adiós a una generación clave en su fútbol. Una camada de futbolistas que pujó por hacerse un espacio entre los elegidos y que al borde de la despedida encontró su premio. La luz al final del túnel de tantos sinsabores.


El proyecto iniciado por el técnico colombiano Hernán Darío Gómez cuatro años atrás fue productivo. En mayor medida del esperado. El seleccionador, que representa la experiencia en medio de un plantel sin excesiva notoriedad en el exterior, llevó a Panamá a donde nunca había estado. Se deja querer el técnico de Medellín. Su continuidad es el primer asunto a tratar por la Federación Panameña de Fútbol (FEPAFUT).


Jugadores como los metas Jaime Penedo y Jose Calderón, junto a Román Torres, Adolfo Machado, Felipe Baloy, Gabriel Gómez, Armando Cooper, Blas Pérez y Luis Tejada sobrepasan la treintena y abordan su ocaso. Su adiós.


El futuro está al amparo de otros, como Jose Luis Rodríguez, Ismael Díaz, Ricardo Ávila, Fidel Escobar o Michael Murillo, el aire fresco de esta selección, sin desechar la madurez de Abdiel Arroyo, Anibal Godoy, Harold Cummings, Erick Davis, Edgar Bárcenas o Valentín Pimentel, que aún puede ser relevantes dentro de cuatro años.


Cátar 2022 es el objetivo para Panamá, que tras Rusia ya no contempla la clasificación mundialista como un reto inalcanzable. Al contrario, el proyecto futbolístico panameño necesita continuidad, estabilidad en los grandes torneos.


La estancia durante casi un mes en Rusia ha situado en la realidad a la delegación panameña. El técnico y todos los miembros del plantel han insistido públicamente, casi cada jornada, que algo debe cambiar. Que hay que empezar desde el principio.


El Mundial ha sido una fiesta para el deporte panameño. Pero también ha dejado en evidencia sus carencia a nivel internacional y por donde empezar a trabajar.


Todo han sido enseñanzas para Panamá en Rusia. Cualquier mínimo aspecto positivo resultó de gran importancia. El primer gol, anotado por el capitán Felipe Baloy fue el paso inicial. Casi el único en Rusia, de donde se marchó sin puntuar. Y fue motivo de festejo y de felicidad en su momento para un pueblo ávido de buenas noticias y de mejorar.


La capacidad de aprendizaje panameña debe ser trasladada a hechos después del mundial. La interpretación de las enseñanzas adquiridas en Saransk desde el primer minuto en el que quedó instalada en el Centro Olímpico hasta el cierre de la última taquilla del vestuario del Mordavia Arena en la última jornada.


El paso al frente en el fútbol panameño va más allá del césped. Panamá, una vez conocido entre los grandes, tiene la misión de agitar las bases de proporcionar a sus deportistas unas condiciones que se asemejen a las de los demás.

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El Mundial fue una nueva experiencia para los futbolistas. Pero también para los técnicos. Y para la prensa. Pero especialmente para los dirigentes, que tuvieron tiempo de contemplar como se maneja el resto de participantes.


Felipe Baloy se convirtió en leyenda en el fútbol canalero. El autor del primer gol en la historia de su país en un campeonato del Mundo echó el cierre a su recorrido en Rusia. A sus 37 años, plagado de sapiencia y feliz por formar parte del elenco de jugadores mundialistas, ya reconoció antes del final que Panamá tiene un largo recorrido por delante y que el proceso para la próxima clasificación empieza ya.


Panamá no puede estar sin infraestructura deportiva y cubrir al deportista de sus necesidades reales. En el país y en el extranjero. Costa Rica puede ser un referente. Un país en pleno crecimiento que dio aire nuevo a sus bases y encontró su premio.


El fútbol panameño, a partir de ahora, está en manos de una nueva generación que compartirán responsabilidad con algunos que ya vivieron en Rusia la experiencia. El plantel ha comprobado que las diferencias han sido grandes en Rusia. Aún están a años luz.


Panamá emprende su regreso. De vacío en el marcador y con tres derrotas en su currículo anclada en el último puesto de la competición, inaugura una época nueva. Un horizonte que transitar y que conduce a Catar 2022, que empieza ahora.



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