Panameña en Coral Springs, hallada culpable de homicidio

La panameña Yvonne Serrano, de 55 años, fue declarada culpable del homicidio de su compañera de gimnasio, la colombiana Daniela Tabares Maya, de 21 años, perpetrado el 23 de noviembre de 2019, después de una noche de bebida en Coral Springs, en la Florida, EEUU.

Más allá de toda duda razonable, los fiscales convencieron a un jurado de que Yvonne mató a su amiga disparándole en la cabeza después de que Daniela la llevó a casa por estar un poco tomada. Ambas acudían al mismo gimnasio.

Los miembros del jurado deliberaron todo el viernes y lunes y dos horas el martes antes de anunciar su veredicto ante la jueza del circuito de Broward, Barbara Duffy.

Yvonne Serrano, de 55 años, fue declarada culpable de asesinato en segundo grado, un delito castigado con un máximo de cadena perpetua. Duffy tiene la opción de imponer una pena más leve cuando Serrano sea sentenciada el 12 de agosto.

Daniela, oriunda de Cali, había iniciado estudios en Crime Scene (Escena del Crimen) en una universidad de Miami.

A las 5:55 de la mañana del 23 de noviembre de 2019, según el informe de la Policía de Coral Springs, las autoridades recibieron una llamada de una mujer que alertó sobre una joven muerta dentro de un carro en la entrada de su casa

La llamada a emergencias para alertar sobre el crimen la hizo Yvonne Serrano. Cuando la policía llegó a la vivienda, Serrano les dijo, en primera instancia y según las autoridades, que al salir de su casa camino al gimnasio vio el auto y el cuerpo en su entrada. Sin embargo, la mujer no vestía ropa para hacer deporte.

Posteriormente, a otro agente le dijo que ella había estado en el local World of Beer la noche anterior, pero perdió el conocimiento y luego se despertó en su propia cama. Y después señaló que se despertó hacia las 6 de la mañana, dentro del vehículo, en el puesto del copiloto al lado de Daniela Tabares.

La Policía también halló una carcasa de una pistola 9 mm en el piso del asiento del pasajero del automóvil de Tabares.

Entre la hora del crimen y el aviso a la Policía transcurrieron, al menos, tres horas, lo que permitió que Serrano borrara las imágenes de las cámaras de seguridad de su casa desde su celular y lavara la ropa que vestía a la hora del asesinato.