Mundo - 13/2/14 - 04:20 PM
Médicos dicen que náufrago tiene miedo al mar
Alvarenga un pescador de tiburones, vivía en México desde hace 13 años, y desde hace ocho su familia no sabía nada de él.
El Salvador
AP
El pescador salvadoreño José Salvador Alvarenga, que estuvo a la deriva en el Océano Pacífico por más de un año, no presenta daños físicos crónicos, ni permanentes y entró el jueves a la etapa de recuperación, pero los psiquiatras que lo evaluaron dijeron que aunque no presenta problemas mentales graves, tiene miedo al mar.
``No presenta un trastorno mental grave, es lo que temíamos, que él tuviera un falla en su pensamiento, en sus percepciones'', dijo en conferencia de prensa el Jefe los servicios psiquiátricos del hospital San Rafael, Fredy Sermeño.
``Estamos ante una talasofobia, le ha quedado eso que es el miedo al mar, no quiere saber nada del mar, quiere evitar en la medida de lo posible estar frente al mar'', explicó el psiquiatra que dirigió los estudios a los que sometieron al náufrago.
Agregó que han descartado que tenga delirios o alucinaciones, ``pero si tiene un agotamiento mental producto del estrés crónico, por el peligro de muerte que vivió por muchos meses, el temor a la soledad, la impotencia por la que ha pasado''.
Reveló que Alvarenga reconoció que durante el tiempo que estuvo a la deriva, ``si tuvo períodos de perder la lucidez, reconoce que hubo cierto tipo de fallas en sensopersepción, como son las ilusiones o alucinaciones''.
El jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital San Rafael, Manuel Bello, afirmó que Alvarenga está físicamente bien, solo presenta un problema de anemia, que no es grave, y ``entramos a la etapa de recuperación, donde todavía se encuentran algunos signos de apatía física'', producto del largo periodo que permaneció en el bote a la deriva.
``Ya está prácticamente con la dieta normal que se les da aquí en el hospital, e incluso se la ha proporcionado un suplemento para recuperar proteínas''.
Alvarenga ha pedido comer pupusas, una comida típica de los salvadoreños elaborada con masa de maíz, queso, frijoles y carne de cerdo molida, pero todavía no se lo permiten y poco a poco le van dando alimentos.
Bello explicó que ``desde el punto de vista cardíaco y renal, quizás uno de los más grandes temores que teníamos, ya podemos confirmar que todo está dentro de lo normal, no hay daños crónicos, ni permanentes en ninguno de sus sistemas''.
Pero los médicos dijeron que consideran que es necesario que Alvarenga permanezca más tiempo en el hospital hasta lograr su completa recuperación.
Alvarenga, de 37 años, llegó el martes por la noche al aeropuerto internacional de El Salvador, desde las islas Marshall, luego de encontrarlo en el atolón de Ebon.
El viaje de regreso a El Salvador, después de una semana de descanso y tratamiento médico en Majuro, capital de las Islas Marshall, tuvo largas escalas en Honolulú y Los Ángeles, donde los médicos lo revisaron para ver si podía continuar el viaje.
Cuando llegó al aeropuerto internacional de El salvador Alvarenga trató de enviar un mensaje ante cientos de periodistas de diferentes partes del mundo que lo esperaban, pero no pudo articular palabras y se llevó las manos al rosto, aparentemente llorando.
En un video de 1:49 minutos, grabado y difundido por el ministerio de Salud Pública, Alvarenga dijo que se encuentra bien, y pidió a los periodistas que lo dejen tranquilo para poder recuperarse.
``Yo no quiero presión de los medios, no quiero hablar con ellos, quiero estar tranquilo, que mi familia esté tranquila... No más preguntas, ni más fotos'', agregó.
Periodistas apostados en las cercanías de la casa de los padres de Alvarenga, en Garita Palmera, a unos 150 kilómetros al oeste de la capital, han reportado que ahora sus familiares son acompañados guardias de seguridad privada.
Todos buscan una entrevista con Alvarenga para conocer en detalle su odisea, la que muchos consideran un cuento chino: un hombre que atraviesa 10.500 kilómetros (6.500 millas) en el Océano Pacífico en un pequeño bote entre México y las Islas Marshall.
Alvarenga un pescador de tiburones, vivía en México desde hace 13 años, y desde hace ocho su familia no sabía nada de él.
AP
El pescador salvadoreño José Salvador Alvarenga, que estuvo a la deriva en el Océano Pacífico por más de un año, no presenta daños físicos crónicos, ni permanentes y entró el jueves a la etapa de recuperación, pero los psiquiatras que lo evaluaron dijeron que aunque no presenta problemas mentales graves, tiene miedo al mar.
``No presenta un trastorno mental grave, es lo que temíamos, que él tuviera un falla en su pensamiento, en sus percepciones'', dijo en conferencia de prensa el Jefe los servicios psiquiátricos del hospital San Rafael, Fredy Sermeño.
``Estamos ante una talasofobia, le ha quedado eso que es el miedo al mar, no quiere saber nada del mar, quiere evitar en la medida de lo posible estar frente al mar'', explicó el psiquiatra que dirigió los estudios a los que sometieron al náufrago.
Agregó que han descartado que tenga delirios o alucinaciones, ``pero si tiene un agotamiento mental producto del estrés crónico, por el peligro de muerte que vivió por muchos meses, el temor a la soledad, la impotencia por la que ha pasado''.
Reveló que Alvarenga reconoció que durante el tiempo que estuvo a la deriva, ``si tuvo períodos de perder la lucidez, reconoce que hubo cierto tipo de fallas en sensopersepción, como son las ilusiones o alucinaciones''.
El jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital San Rafael, Manuel Bello, afirmó que Alvarenga está físicamente bien, solo presenta un problema de anemia, que no es grave, y ``entramos a la etapa de recuperación, donde todavía se encuentran algunos signos de apatía física'', producto del largo periodo que permaneció en el bote a la deriva.
``Ya está prácticamente con la dieta normal que se les da aquí en el hospital, e incluso se la ha proporcionado un suplemento para recuperar proteínas''.
Alvarenga ha pedido comer pupusas, una comida típica de los salvadoreños elaborada con masa de maíz, queso, frijoles y carne de cerdo molida, pero todavía no se lo permiten y poco a poco le van dando alimentos.
Bello explicó que ``desde el punto de vista cardíaco y renal, quizás uno de los más grandes temores que teníamos, ya podemos confirmar que todo está dentro de lo normal, no hay daños crónicos, ni permanentes en ninguno de sus sistemas''.
Pero los médicos dijeron que consideran que es necesario que Alvarenga permanezca más tiempo en el hospital hasta lograr su completa recuperación.
Alvarenga, de 37 años, llegó el martes por la noche al aeropuerto internacional de El Salvador, desde las islas Marshall, luego de encontrarlo en el atolón de Ebon.
El viaje de regreso a El Salvador, después de una semana de descanso y tratamiento médico en Majuro, capital de las Islas Marshall, tuvo largas escalas en Honolulú y Los Ángeles, donde los médicos lo revisaron para ver si podía continuar el viaje.
Cuando llegó al aeropuerto internacional de El salvador Alvarenga trató de enviar un mensaje ante cientos de periodistas de diferentes partes del mundo que lo esperaban, pero no pudo articular palabras y se llevó las manos al rosto, aparentemente llorando.
En un video de 1:49 minutos, grabado y difundido por el ministerio de Salud Pública, Alvarenga dijo que se encuentra bien, y pidió a los periodistas que lo dejen tranquilo para poder recuperarse.
``Yo no quiero presión de los medios, no quiero hablar con ellos, quiero estar tranquilo, que mi familia esté tranquila... No más preguntas, ni más fotos'', agregó.
Periodistas apostados en las cercanías de la casa de los padres de Alvarenga, en Garita Palmera, a unos 150 kilómetros al oeste de la capital, han reportado que ahora sus familiares son acompañados guardias de seguridad privada.
Todos buscan una entrevista con Alvarenga para conocer en detalle su odisea, la que muchos consideran un cuento chino: un hombre que atraviesa 10.500 kilómetros (6.500 millas) en el Océano Pacífico en un pequeño bote entre México y las Islas Marshall.
Alvarenga un pescador de tiburones, vivía en México desde hace 13 años, y desde hace ocho su familia no sabía nada de él.