Mnangagwa inaugura la era pos-Mugabe en Zimbabue
El que fuera vicepresidente de Mugabe hasta su destitución el 6 de noviembre, hizo especial hincapié en la necesidad de recuperar la economía.
La juramentación de Emmerson Mnangagwa como presidente provisional de Zimbabue inauguró hoy oficialmente la era pos-Mugabe en el país, con una gran ceremonia convertida en fiesta en la que el conocido como el "Cocodrilo" prometió que gobernará para todos, sin distinción de raza, religión o afiliación política.
"No debemos ser rehenes de nuestro pasado", recalcó en su primer discurso como jefe de Estado, ante un repleto Estadio Nacional de Deportes en Harare que cantó y ovacionó a los responsables del primer traspaso efectivo de poderes que vive Zimbabue en casi cuatro décadas.
El discurso de Mnangagwa, que anticipa lo que será su línea política, se movió entre la crítica respecto a la situación actual del país -especialmente en referencia a la herida economía zimbabuense- y una llamada a la unidad para que el país avance, de forma pacífica, por encima de las aspiraciones políticas individuales.
Asimismo prometió que en 2018 se celebrarán elecciones presidenciales, tal y como estaba previsto antes del estallido de la crisis que comenzó la semana pasada con el levantamiento de las Fuerzas Armadas contra Mugabe y terminó con su dimisión, abandonado por sus más fieles aliados históricos.
El también veterano de guerra, de 75 años, instó a mirar adelante pero también a no olvidar el legado y los valores de los padres de la independencia del país, incluido el propio Mugabe.
Aunque faltó a la ceremonia, el nonagenario expresidente no solo fue recordado sino reivindicado positivamente.
Como "padre", "mentor", "líder" y "camarada" le describió Mnangagwa, quien además expresó su deseo de que la historia le reconozca su papel fundamental como libertador de Zimbabue.
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No obstante, apuntó que en los últimos años la política nacional se volvió "envenenada" y "polarizada" y que muchos de los problemas que tiene ahora el país, pese a sus recursos "extraordinarios", tienen que ver con la forma inadecuada en la que se manejó Zimbabue.
El que fuera vicepresidente de Mugabe hasta su destitución el 6 de noviembre -forzada en gran medida por la primera dama, Grace Mugabe, y sus aspiraciones de suceder a su marido en el poder- hizo especial hincapié en la necesidad de recuperar la economía y de afrontar problemas como los derivados de la tenencia de la tierra, la corrupción, la pobreza extrema o el paro.
Para ello lanzó un llamamiento a colaborar a la comunidad internacional, incluidos aquellos países con los que en algún momento Zimbabue tuvo desacuerdos, a los que pide "reconsiderar" ahora su postura y las sanciones económicas impuestas porque serán recibidos con "buena voluntad".
"Todas las inversiones extranjeras tendrán seguridad en Zimbabue", recalcó.
"En este mundo global el aislamiento nunca es viable. La solidaridad es y siempre será el camino", dijo, con menciones expresas al papel de Zimbabue en el seno de la Unión Africana y la Organización de Naciones Unidas.
Respecto a la propiedad de la tierra, consideró que hay que trabajar de verdad para evitar errores del pasado y que, aunque descartó revertir la expropiación de granjas a los blancos, prometió que van a trabajar para compensarlos.
"La posesión de nuestra tierra no puede ser cuestionada", matizó, porque "fue la razón fundamental de nuestra lucha por la liberación" del país y "sería traicionar a los que dieron su vida" en el proceso de independencia.
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La ceremonia contó con la presencia de representantes internacionales, como el presidente de Botsuana, Ian Khama, o el ministro de Telecomunicaciones de Sudáfrica.
También hubo representación de otros países de la región, como Zambia o Namibia.
Pasada la euforia por la caída de Mugabe, la sociedad zimbabuense mira con cautela a esta nueva era a la espera de que Mnangagwa y la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) demuestren que realmente están dispuestos a encauzar el país hacia una democracia efectiva, más allá de los discursos de estos días.
Por lo pronto, según avanzaron hoy los medios locales, tanto el expresidente como su familia tendrán garantizada la inmunidad y permanecerán en Zimbabue.