Colón aún no asimila homicidio de sacerdote
No había pasado ni un mes desde que el sacerdote Aníbal Gómez, nacido en León y con fuerte vinculación con Asturias, se había despedido de sus parientes
No había pasado ni un mes desde que el sacerdote Aníbal Gómez, nacido en León y con fuerte vinculación con Asturias, se había despedido de sus parientes y vecinos de Polvoredo, un pueblo de 50 habitantes cercano a Tarna, y de sus hermanos, que viven en Gijón, con la promesa de volver.
Ya no podrá cumplirla. El religioso, que regresaba a Panamá donde llevaba veinte años, fue brutalmente asesinado el 30 de octubre, al ser apaleado y cosido a navajazos en la residencia del obispo emérito de Colón y Guna Yala, el pamplonés Carlos María Oriz, fraile claretiano de 84 años, del que era asistente y con el que colaboraba desde su llegada al país centroamericano.
Hijo de labradores, misionero paulino
La Policía baraja el robo como móvil del crimen. "Cuando me lo dijeron no podía creerlo. Aníbal era un buen hombre", aseguraba ayer Natividad García, prima segunda del sacerdote, propietaria de la tienda bar de Polvoredo, que lo conoció de niño.
"Sus padres eran labradores, y fuimos vecinos. Nunca piensas que algo así te puede tocar tan de cerca", añadía en declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA.
El dolor era aún más intenso para Tomás y Amparo Gómez del Blanco, los hermanos del sacerdote.
La mujer respondía entre lágrimas y optó por no realizar demasiados comentarios en un momento "muy triste". María Rosa Álvarez, que fue cuñada de otro hermano ya fallecido, también lamentaba ayer la muerte del religioso, muy querido en su pueblo natal.
Amordazado y desfigurado
A los allegados de Gómez, cuyo cuerpo fue encontrado amordazado y con la cara destrozada por los golpes, les cuesta asimilar la tragedia, que ha provocado profunda consternación en la sociedad panameña, con una gran repercusión mediática.
La historia es digna de un guion macabro. La escena fue descubierta por la empleada doméstica de confianza, a la que el padre pidió socorro a gritos. "¡María, auxilio!", exclamó el cura, según la versión de la mujer, que ha declarado que recibió un golpe de los agresores al intentar socorrerlo.
Tras recuperarse, fue a la habitación del sacerdote, a quien encontró muerto en un charco de sangre.
Posteriormente, fue detenida, con su marido y una tercera persona, por su supuesta implicación en los hechos, según indicó ayer el padre Teófilo Rodríguez, fundador y superior general de la Fraternidad de la Divina Misericordia de los Sagrados Corazones de Jesús y María, amigo personal del cura español, al que define como "un sacerdote abnegado y muy querido por todos. Muy centrado en su labor apostólica".
Aunque el padre Gómez nació en León, se consideraba asturiano. Así se lo decía a sus amigos y compañeros en Panamá. Profesó como religioso paulino y vivió en Oviedo varios años, donde trabajó en la librería San Pablo, cuando el establecimiento se encontraba en su antigua ubicación de la calle Santa Susana.
"Siempre llevaba en la cartera la estampa de una Virgen pequeña que a mí me resultaba poco conocida", comentaba Teófilo Rodríguez. "Muy posiblemente se tratara de la Virgen de Covadonga, porque tengo idea de oírselo al padre Gómez", añadía.