Hugo Spadafora, 34 años después
Hugo Spadafora, 34 años después
Por: Por: René Hernández González, periodista y docente -
He pasado revista a las múltiples imágenes que se publicaron antes, durante y después de aquel viernes 13 de septiembre de 1985. No hay duda de que se escogió bien la fecha. Quien estuvo detrás de ese hecho abominable, criminal, sanguinario, ruin, tuvo que apelar al fetichismo, a la brujería, por aquello del viernes 13. También fue una persona asesorada por esos que manejan la opinión pública. El hecho de escoger un viernes para cometer esa atrocidad indica que lo planearon al dedillo. “Dale, mátalo un viernes que la noticia se perderá durante el fin de semana”, me imagino aconsejaron al autor material.
Los “periodistas” al servicio de los militares comenzaron a tejer historias para hacerle ver a la patria boba que Hugo Spadafora había sido asesinado por indios misquitos, por capitalistas africanos o tal vez por uno que otro somocista. Quien estaba al mando de las mal llamadas Fuerzas de Defensa, coronel Roberto Díaz Herrera, se creyó la historia de un alemán que residía en Costa Rica. Su nombre, Manfred Hoffman. Este terrícola llegó escoltado por miembros de la seguridad panameña, dio su versión sobre quiénes mataron a Spadafora, y raudo y veloz salió de forma casi misteriosa el 23 de septiembre de 1985 en un vuelo de Lacsa. Noriega se encontraba en Francia.
En aquella época, Roberto Díaz Herrera y yo manteníamos comunicación aceptable por mi condición de periodista de RPC Televisión, corresponsal itinerante de la agencia de noticias AP y por ese primer contacto que tuvimos, cuando era normalista en Chiriquí por 1973, y se intentaba un movimiento antitorrijista conocido como El Chiricanazo. Y es que, para los que no lo saben, Díaz Herrera, para ese 13 de septiembre de 1985, ya mantenía una relación fría con Noriega. Aquella anécdota contada por el coronel de que la única diferencia con el general era el uso de colonia, no se lo creía ni él mismo.
Intuyo que Díaz Herrera nunca creyó en el delator Manfred Hoffman. Como quien no quiere el asunto, hizo contactos con Marcos Justines, Julio Ow Young, Domitilo Córdoba, quienes le aseguraron que Hoffman tenía datos vitales que darían con los autores del crimen de Spadafora. Nadie creyó en las mentiras de Hoffman y muchos pensaron que hasta Roberto Díaz Herrera estaba confabulado en esa patraña. Al principio, Díaz Herrera quiso darle la primicia a la agencia AP. Me llamó para darle la gran noticia a Panamá y el mundo. En ese momento lo que no sabía el coronel era que ya había contactado al conductor, al palanca y a una monja en la ciudad de La Concepción, Bugaba, provincia de Chiriquí. Me relataron hechos estremecedores sobre los últimos momentos de Spadafora, en especial la monja. Y es que en aquella fecha, el cuartel de la ciudad de La Concepción quedaba a lado de la iglesia católica. Ellos hablaron bajo la reserva de la fuente. Les prometí que mantendría el secreto hasta que el tiempo permitiera dar a conocer sus versiones sin que corrieran peligro.
Rechacé la primicia que me ofrecía Roberto Díaz Herrera y en su lugar le aconsejé dar una conferencia de prensa para que todos los medios se enteraran de lo que iba a decir el loco de Manfred Hoffman. En un escrito de Víctor Juliao publicado en septiembre de 2010, con motivo de los 25 años de la muerte de Spadafora, dijo. “Destaco que Roberto Díaz Herrera, jefe encargado del ejército –Noriega estaba en Francia– creyó la historia de un alemán radicado en Costa Rica de nombre Manfred Hoffman. Querían involucrar a guerrilleros centroamericanos del Frente Farabundo Martí con la muerte de Spadafora para desviar la atención, y Díaz Herrera cayó en la trampa montada por ese grupito de maleantes vestido de militar. Fue tal la ingenuidad de Díaz Herrera que llamó a los familiares de Hugo para decirle que ya se había aclarado el crimen y se tenía una fuente confiable que le diría al país toda la verdad”.
Como ciudadano patriota nacido en La Concepción, Bugaba, me siento indignado por lo ocurrido aquel viernes 13 de septiembre de 1985. Siempre tengo en la mente impulsar un acto en el lugar donde fue detenido Hugo Spadafora. Allí les pediría a curas, pastores y otros líderes espirituales que hagan sus rezos, que eleven plegarias y que le echen agua bendita al terreno para ahuyentar a los espíritus que todavía rondan el lugar.
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Hoy 13 de septiembre de 2017, 34 años después, nos encontramos en la Universidad Marítima Internacional de Panamá, donde conversaremos con familiares y amigos de Hugo Spadafora. Lo hacemos no pensando en abrir viejas heridas, sino para que la juventud sepa lo bueno y lo malo que ocurrió enk este país.