Negro, ¡No hay dolor!
Ese es el mismo Cristo por quien Deivid, de 4 años, gritaba a todo pulmón: "viva Jesús Nazareno", mientras miraba a su madre Melissa y le decía "¡no hay dolor, mami, no hay dolor!".
Luis
Batista
Especial para Crítica
Fanatismo e idolatría para los protestantes,
religiosidad popular y devoción para los católicos. La fe popular por el Cristo
Negro de Portobelo volvió a dejar claro anoche, que cuando se busca el milagro
de lo imposible no hay límites ni para el sometimiento del cuerpo
humano.
Tras aquella imagen -que no habla ni escucha, pero que les inspira y
les recuerda el dolor del Cristo, que sufrió cargando la cruz a cuestas- iban
miles y miles de devotos.
Ese es el mismo Cristo por quien Deivid, de 4 años,
gritaba a todo pulmón: "viva Jesús Nazareno", mientras miraba a su madre Melissa
y le decía "¡no hay dolor, mami, no hay dolor!".
Atrás, en medio de la
incontable multitud, venía Alfonso quien le agradece a El Negro: "curó a mi
hermano de la esquizofrenia"... También caminaba Leonardo, a quien lo curó y
salvó de morir de leucemia...
Aunque la multitud ha disminuido en comparación
de otros años -argumentan que es por el Pele Police y los operativos- llegaron
miles de todos los rincones de Panamá y del mundo. Allá por las estrechas calles
del histórico Portobelo se arrastraban como quienes han llegado al extremo de
implorar y rogar por lo que muchos considerarían imposible. Le bailaban al ritmo
de las cornetas, tambores y simulando el movimiento de las olas del mar... No
les importa el qué dirán, ellos buscan un milagro y le gritan a El Negro: "no
hay dolor"