Pueblo contra pueblo
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Por: René Quevedo / Asesor Empresarial -
El país está trancado y convulsionado, inmerso en una crisis de gobernabilidad. Van ya 3 muertos y cientos de empleos perdidos, mientras que Bloomberg, Financial Times y otros medios internacionales se han hecho eco del daño que las recientes protestas le han ocasionado a la imagen de Panamá como país “amigable” a la inversión extranjera.
Buscar “culpables” parece más importante que encontrar soluciones. Nos estamos “peleando por las sillas del comedor del Titanic”. Todos (as) saldremos perdiendo. Pareciera que como país estamos gritando “¡Hay un incendio en el barco! ¿Solución? ¡Hundámoslo!”
La oposición al contrato minero fue el detonante, no el polvorín
Las protestas son reflejo de una frustración acumulada y hartazgo colectivo contra un sistema político que a pesar del “boom” que vivió Panamá, no ha podido resolver problemas básicos, como salud, educación, acceso a agua potable y otros, en el sexto país más desigual del mundo.
A todo ésto se agregan las reiteradas denuncias de corrupción y el aumento de la planilla estatal en tiempos de pandemia, usando para ello préstamos internacionales, al tiempo que el sector privado perdió más de 400 mil empleos formales (2020-2021), 47% de los empleos asalariados que había antes de la pandemia.
La oposición al Contrato ha servido para galvanizar frustraciones, creando las condiciones para una agenda de anarquía y caos social. La oposición al contrato minero es el detonante, no el polvorín.
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Esto ya ocurrió con el aumento del pasaje del Metro en Chile (2019) y la Reforma Fiscal que intentó implementar el Presidente Duque en Colombia (2021), que desembocaron en insurrecciones civiles, aún habiendo sido derogados.
Queremos “culpables”, no soluciones
Hoy existe una atmósfera de intolerancia, radicalización, agresión y bullying, que está creando condiciones para la violencia en las redes sociales y las calles. Las pasiones están por encima de las razones y las redes sociales está sirviendo de vehículo para alimentar un sentimiento de indignación colectiva, linchamiento mediático y necesidad de “venganza” contra aquel o aquellos (as) percibidos como “culpables”.
Esto ocurre en medio de un absoluto y peligroso vacío de poder, que está siendo llenado por grupos organizados que controlan las calles e impiden el derecho constitucional al libre tránsito, en nombre del “patriotismo”.
En este escenario donde “todos son culpables”, hay una ausencia de liderazgo y credibilidad para iniciar los acercamientos para estabilizar el país. Ya no se trata de un Gobierno, una empresa o un Contrato. Tanto el país como el sistema democrático están en riesgo.
Lo que pase con la Minera no va a detener la violencia
En Chile y Colombia, los eventos que motivaron las explosiones populares fueron derogados, pero no se detuvieron las protestas, ya que dichos eventos fueron los detonantes, no las causas. La indignación contra la gestión de Gobierno y la búsqueda de “culpables” no pararon por la marcha atrás de ambos Gobiernos.
Con estos antecedentes y en medio de un profundo sentimiento de desconfianza, es previsible que lo que ocurra con el Contrato no detenga los cierres de calle, ni el caos hacia donde nos encaminamos.
Sin inversión privada, seguiremos generando informales
Las actividades que representan la columna vertebral del sector interno de la economía (Comercio interno, Construcción, Logística, Industria, Hoteles/Restaurantes y Otras Actividades de Servicio) dejaron de ser atractivos para la inversión privada y en consecuencia, generan principalmente empleo informal. Estas actividades son las más afectadas por las restricciones de movilidad.
Por otro lado, 70% de la Inversión Extranjera Directa (IED) que ha entrado al país desde que Panamá tiene Grado de Inversión (2010) ha ido a la Zona Libre de Colón, Minera Panamá y el Centro Bancario, actividades asociadas con el sector externo de la economía. Otros sectores, como la Industria (5% de la IED que ha entrado al país), Logística (7%) y Turismo (2%) no han captado el interés de los capitales foráneos en la misma proporción.
Urge transmitir confianza de que invertir en Panamá es buen negocio, ya que sin inversión privada, seguiremos generando informales y condenando a muerte a la Caja del Seguro Social (CSS), ya que sin cotizantes, la CSS no existe.
¿Qué hacemos?
Con la conflictividad social perdemos todos. El ambiente polarizado, donde las pasiones superan las razones y la prioridad es encontrar “culpables”, no soluciones, ES el problema.
Continuaremos ahuyentando la inversión privada (nacional y extranjera) y la pérdida del Grado de Inversión parece inminente. Pero mucho más me preocupa la pérdida de nuestra capacidad de diálogo.
Necesitamos liderazgo para conciliar y construir un país.