¡UN GUAPO CON 23 HIJOS!
Calvo, el que también fuera el todopoderoso de los diarios de Ersa, me deja claro que a todas las mujeres con las que tuvo hijos las dejó con casa y carro.
En víspera del Día del Padre, llamé al inventor del "Hombre Lobo", nada menos que a "Fulele" Calvo. El tipo ya supera la barrera de los 80, pero está moderno. Usa celular de última generación. ¡Ey!, ¿cuántos hijos tiene usted? “¿Para qué quieres saber eso?”, respondió desconfiado. Estoy haciendo una nota sobre los padres. “Tuve 23, dos murieron”, me expresó.
No me dio chance y añadió: “A todos los mandé a estudiar en escuela privada. El más chico tiene 25 y ya es ingeniero”.
Escolástico Calvo Murillo era un hombre que metía miedo con su pluma. Nadie hueveaba con él. Amado por la gente del proceso revolucionario y odiado por los civilistas. Así somos los periodistas cuando se labora en países polarizados.
"Fulele" -de esos tipos que ya están por encima del bien y el mal- exclamó: “¡Yo era un tipo bien plantado. Un pollo, estaba riquísimo” (no de plata, sino que era pura pinta). “A los 26 años fui director del periódico más vendido del país: "La Hora". Así que te imaginas. Hasta una actriz norteamericana fue mi novia”, añadió.
Lo de la novia actriz se me quedó en la mente. Imaginé al negro “Fulele” caminando por la 5.ª avenida agarrado de la mano con Marilyn Monroe y Liz Taylor. ¡Casi lo envidio!
Calvo, el que también fuera el todopoderoso de los diarios de Ersa, me deja claro que a todas las mujeres con las que tuvo hijos las dejó con casa y carro. “No pueden tener queja”, agregó.
Esa es una historia jocosa. Hay otras que trauman. Conocí a una profesional a la que su padre solo le dio el apellido. Fue una de esas relaciones que se dan en los pueblos del interior donde el tipo preñó y voló, o más bien, se desatendió.
La actuación del padre es reprochable, pero a ella le pregunté e insistí en que intentara buscarlo. No le preocupaba o no le interesaba. Gruñía cuando se abordaba el tema.
Los demás son como espejos que te reflejan. Leí que no puedes amar ni odiar nada de otro a menos que refleje algo que tú amas u odias de ti mismo.
Algo de eso había en esa persona. El problema de abandono de su padre la hizo insegura. Tuvo varios pretendientes, pero ella se marchaba primero. Era su escudo para defenderse del miedo al rechazo o al abandono. Así cada, cierto tiempo reinicia su ciclo de miedo y soledad. Hace rato le perdí la pista, sé que triunfa en su profesión, pero su padre sigue siendo una cuenta en el alma que nunca termina de pagar, a pesar de que hoy ella gana buen salario.
Para un abogado corrido como Alexis Sinclair, la actitud de esa profesional hará que la vida le cobre algo más de lo que le debían. Si bien su padre le negó el derecho de tratarlo y el apoyo económico, tuvo la forma de darle la vuelta a esa situación y poder disfrutar de su padre en las condiciones que fueran. Al final, con su decisión se equiparó a él y se perdieron ambos de lo mejor de la existencia humana: él de su hija y ella de su padre.
“En mi caso” –sostiene Sinclair– “preferiría disfrutar así sea un segundo de mi padre porque no soy Dios para castigar o sancionar. No creo que se deba actuar con odio porque eso envenena el alma y nos hace ver peor que quienes nos lastiman; ante la fea adversidad, es mejor una sonrisa”.
Hace poco hice un ejercicio. Una mujer de 35 con hijo adolescente que reside en el interior dice estar enamorada de un sujeto en la capital. Conozco a ambos. A ella le pregunté ¿escoges entre tu felicidad de dejarlo todo y mudarte, o quedarte allá con tu hijo? Ya percibía de antemano su respuesta. Ella dijo lo que esperaba: “¡Me quedo con mi hijo!”.
¡Ey, pero puede ser tu felicidad! “¡Qué va. No lo puedes igualar. Son dos cosas distintas!”, exclamó la mujer que desempeña el rol de madre-padre. Ese amor de madre a hijo revela que está muy conectada con su hijo; su respuesta dejó al descubierto que no hay errores, sino lecciones. Conozco a otras y otros que abandonan a sus hijos por un placer momentáneo, desaparecen hasta de sus propios hijos y luego retornan vacíos y con la goma moral del abandono.
Los hijos son una bendición, pero hay quienes tienen la dicha de tenerla triple. Juan Carlos Barreiro y Jenia Nenzen tuvieron hace 17 años a María Sofía, Ana Gretel y Juan Diego.
Barreiro destaca el compromiso de formarlos como hombres y mujeres de bien; es una gran responsabilidad y todavía no termina. Hoy los chicos son graduandos.
Eduardo Tensing Lim Yueng Licona revela una faceta desconocida: quería ser militar. La influencia le llegaba de su padre, Eduardo Lim Yueng Quijano, quien lo llevaba casi todos los días al cuartel central de las Fuerzas de Defensa en El Chorrillo. Allí veía a los tongos entrenando y ayudaba a su viejo en las grabaciones de “Todo por la Patria”.
Lim Yueng padre tenía una tremenda voz. ¿Quién no recuerda la presentación del “Comandante Jefe en Acción”? “Lo que veía en pantalla durante la producción me hizo creer que quería ser militar, pero vino la invasión. Realmente veía militares, pero lo que estaba haciendo era televisión”, relata el hoy presentador de noticias de TVN.
Recuerda que su padre tenía una gran voz, pero también escribía muy bien y era un enfermo de la ortografía.
“Ser hijo de un famoso hace sombra a cualquier hijo. El apellido pesa, es como ir a batear con cuenta de dos “strikes”, y cuando entré en RPC Radio había mucha gente en el medio que había trabajado con él, así que la barra era alta, no lo podía dejar mal y mi padre fue mi principal crítico en casa”, sostuvo Eduardo.
Velkis Hubbard es una de los 15 hijos del periodista Leeroy Kitson Hubbard Joseph y recuerda que su padre antes era muy cascarrabias. Le pregunto ¿y ese señor no sabía que existía el condón? “Parece que no”, me respondió soltando una carcajada.
Velkis reconoce que el ser un conocido locutor de la época de ¡Reloj Onda Popular! le facilitaba las cosas a Leeroy con las hembras. “Tenía mucha labia”, exclama, mientras reconoce que en algunas ocasiones, cuando eran chicos, su padre lograba reunir a toda la tribu, claro está, sin el sindicato de mujeres.
El Día del Padre lo celebró hace 70 años el periodista Ignacio de Jesús "Nacho" Valdés Álvarez, quien en 1946 inició una campaña para lograr que en Panamá se rindiera homenaje a los padres el tercer domingo de junio.
El 16 de junio de 1946, "Nacho" envía vía telégrafo el siguiente mensaje a su papá, Ignacio de Loyola Valdés: "En este Día del Padre, constituido, corazón de hijos panameños por iniciativa mía, reciba un homenaje de cariño y devota gratitud".
No fue hasta el 2 de noviembre de 1950 cuando la Asamblea Nacional aprobó el proyecto y mediante Ley 31 del 2 de diciembre de 1950 se sancionó la ley.