Nacional - 20/9/17 - 10:30 PM
Vinculan tercer secreto de Fátima a lo que sucede hoy
Lucía dos Santos –uno de los tres videntes de Fátima- quien predijo la Segunda Guerra Mundial y el atentado al papa Juan Pablo II en 1981-advirtió los días apocalípticos que estamos viviendo en las últimas semanas con terremotos, huracanes y tsunamis.
Sus visiones -aprobadas por el Vaticano y predicadas en los tres secretos de Portugal en 1917- han sido recordadas por diversas publicaciones y ahora hasta Emmett O’Regan, autor del libro Unveiling the Apocalypse, menciona que la monja tuvo la visión de una erupción volcánica en las Islas Canarias que causaría un gran tsunami que afectará principalmente a los Estados Unidos.
Y lo más preocupante es que sus predicciones coinciden, según O’Regan, con el libro del Apocalipsis de la Biblia: una señal de que “la tierra será castigada” en fechas próximas es el eclipse solar del mes pasado, descrito en las predicciones de la hermana Lucía como el “milagro del sol”.
La hermana Lucía realizó tres vaticinios: la primera fue la fecha de la Segunda Guerra Mundial, la segunda, el atentado al papa Juan Pablo II, y por alguna razón, la tercera predicción la mantuvo resguardada el Vaticano.
Estas predicciones se suman a otras teorías que señalan que el fin del mundo ocurrirá el 23 de septiembre.
Lucía dos Santos fue la mayor de los tres niños pastores que recibieron las visiones de Fátima en 1917. Ella murió en febrero de 2015 a la edad de 97 años, en un convento de la orden de las Hermanas Carmelitas en Coimbra, en la zona central de Portugal.
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El 13 de mayo de 2000 fue hecho público por el secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano, el tercer secreto de Fátima que le había revelado el 13 de julio de 1917 la Virgen a sor Lucía y otros dos pastorcillos.
"Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el ángel señalando la Tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, penitencia, penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: “algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él”, a un obispo vestido de blanco “hemos tenido el presentimiento de que fuera el santo padre”. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el santo padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz había dos ángeles, cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios".
El entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger (papa Benedicto) hizo algunos comentarios teológicos, para la interpretación del secreto de Fátima. "La palabra clave de este 'secreto' es el triple grito: '¡Penitencia, penitencia, penitencia!'”. Esta es la respuesta adecuada al momento histórico, que se caracteriza por grandes peligros. El cardenal relata que en una conversación sor Lucía le dijo que “le resultaba cada vez más claro que el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. Todo el resto era solo para conducir a esto".
Ratzinger explica que el “ángel con la espada de fuego a la derecha de la madre de Dios recuerda imágenes análogas en el Apocalipsis. Representa la amenaza del juicio que incumbe sobre el mundo. La perspectiva de que el mundo podría ser reducido a cenizas en un mar de llamas, hoy no es considerada absolutamente pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego", añadió.
Sin embargo, Benedicto coincidía en el año 2000 con el cardenal Angelo Sodano que “los acontecimientos a los que se refiere la tercera parte del 'secreto' de Fátima parecen pertenecer ya al pasado”.