CRIMEN ORGANIZADO, IGUAL HOMICIDIOS: UNA MIRADA A ESTA REALIDAD

Por: Roberto Ballesteros Aponte -

Cuando nos adentramos en el escenario criminal, muchos de nosotros asociamos, sin duda, la delincuencia común con el ciudadano que hurta o roba una bicicleta, un tanque de gas o, en términos generales, el clásico ratero.

De manera similar, vinculamos este tipo de delincuencia con el capo, gánster o líder de una organización criminal, ya sea nacional o transnacional, que opera a gran escala. En este contexto, hablamos de actividades como el lavado de capitales, el tráfico de armas, las drogas, la trata de personas, la extorsión y otros delitos conexos.

El denominador común entre ambos grupos es que trabajan al margen de la ley, aunque hay diferencias notables. El ratero, por lo general, sólo busca apropiarse de algo que no le pertenece, sin causar daño físico o agredir a quienes se interpongan en su camino.

En contraste, quienes forman parte de un grupo delictivo, ya sea una banda o pandilla, tienen una mentalidad muy diferente. Al ser reclutados, se les enseña que su única familia es la organización, a la cual deben una lealtad absoluta, incluso al punto de estar dispuestos a acabar con una vida humana para preservar su territorio y ejercer  hegemonía.

Estos factores comienzan a marcar la diferencia y nos permiten comprender cómo operan los grupos criminales organizados.

Según estadísticas oficiales, el 2023 concluyó con 556 homicidios, de los cuales el 52 % de las víctimas pertenecía al crimen organizado, el 27 % a la delincuencia común y el 21% está en investigación.

Entre enero y agosto del presente año se han reportado 406 homicidios, con características porcentuales muy similares. De hecho, según expertos criminólogos como Luis Zegarro, secretario ejecutivo de Política Criminológica del Ministerio de Seguridad Pública (Minseg), se estima que las estadísticas de 2024 culminarán con cifras iguales o menores.

Para concluir, aunque la mayoría de estas muertes estén lamentablemente relacionadas con el crimen organizado, nadie tiene el derecho de arrebatar la vida de otro ser humano. Debemos recordar con firmeza que “el crimen no paga”.

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