¿Todavía le molesta a usted que lo interrumpan?
Corren malos tiempos para los que detestan las interrupciones. Algunos creemos que cuando uno sigue el hilo de una idea, encuentro, ensoñación, razonamiento, etcétera, tiene
Corren malos tiempos para los que detestan las interrupciones. Algunos creemos que cuando uno sigue el hilo de una idea, encuentro, ensoñación, razonamiento, etcétera, tiene mayores posibilidades de dar frutos. Yo, por ejemplo, si no sigo el hilo, me pierdo. Y fue el celular el que legitimó la interrupción hasta niveles insospechados.
Que nadie replique: “Hay que saber prescindir de él”, “Hay que saber apagarlo”. ¡Tonterías!
Quienes reivindican la resistencia al celular levantan suspicacias y, en el futuro, serán condenados a algún tipo de curso de rehabilitación social.
Cada invento genera un nuevo tipo de inadaptados, y a los inadaptados al celular nadie les perdona su desapego, que presenta tres niveles de gravedad.
Nivel 1:
No tengo celular.
Hace diez años, recibíamos el “No tengo tele” como una excentricidad incluso admirable. También estaba el “No tengo teléfono”, pero como el teléfono era de la casa, no del individuo, a nadie se le ocurría ni culparte ni admirarte porque a tu piso no llegaba la línea.
Nivel 2:
No lo renuevo.
Si pierde funcionalidades porque no ha renovado el celular (envía SMS en lugar de WhatsApp), es casi peor que no tener celular. Para no tenerlo, en el límite, puede invocar una razón de peso (deterioro cognitivo, etcétera), pero tenerlo y no renovarlo es otra cosa: al principio, su viejo celular es motivo de burla entre sus conocidos. Luego empiezan a verlo como un individuo entre nostálgico y retorcido.
Nivel 3:
Tenerlo pero no llevarlo.
La culpa que se cierne sobre el despistado o el esquivo es inmensa, insoslayable...
En suma, la interrupción, en el pasado percibida como algo negativo, está plenamente legitimada hoy, muy bien expresada en esta frase que algunos adolescentes tienen en Facebook: “Odio que la gente hable mientras yo interrumpo”. En el otro extremo, el que gusta de seguir el hilo pierde puntos aceleradamente y el “No interrumpan” es una frase cada vez menos políticamente correcta. Últimamente, cuando busco en los hoteles el “Don’t disturb” para poner en la puerta, ya no lo encuentro, ¿será por eso?