Ver siempre más allá
El caminante y el piloto de barco, el viajero hacia cualquier destino, siempre mira más allá de donde está ubicado en el presente. Sabe que hay
El caminante y el piloto de barco, el viajero hacia cualquier destino, siempre mira más allá de donde está ubicado en el presente.
Sabe que hay que llegar a algún lugar, lo tiene bien claro y para eso dispone sus recursos. El que no tiene ningún norte en su vida no llegará a ninguna parte, y ese es el drama de mucha gente. Por lo que tener fe y creer firmemente que hay un Dios y vida más allá de la muerte nos mueve a estar siempre en camino, dándole un sentido a la vida y fortaleza en las adversidades.
Vivir pensando en la eternidad, sabiendo que todo pasa y que solo Dios es eterno, nos hace valorar mucho más al que es el fundamento de todo y que quiere que nos encontremos con Él para vivir eternamente con Él. Por otro lado nos permite darle un valor justo a lo creado, sabiendo que todo tiene un comienzo y un fin y, por lo tanto, un desgaste y envejecimiento normal. Solo Dios permanece y vivir en Él muriendo al pecado y naciendo en su presencia, nos garantiza, por pura misericordia divina, estar y gozar de la presencia del Señor para siempre.
Tener puesta la mirada en el reino eterno y en un estado de felicidad perpetua, gozando para siempre de la contemplación divina y junto a todos los elegidos nos permite relativizar todo y, por lo tanto, no estar dependiendo de manera obsesiva del éxito o del fracaso de tal empresa o proyecto para ser feliz, amargándose la existencia por perder esto o aquello, echándose a morir en depresión al dejar de tener aquello. Arrancarles a las cosas finitas su valor absoluto dado por nuestra ceguera espiritual, nos da una profunda libertad, asegurando entre otras cosas la paz mental y emocional, la cordura y el buen juicio. Esto no significa dejar de darles importancia a la tarea humana, a la buena administración de las cosas y a la responsabilidad en el buen uso de todo lo que se nos encomienda. Al contrario, trabajar de tal manera que lo que hagamos tenga un valor infinito por el amor con que lo realicemos y que quede escrito en el Libro de la Vida.
Confiemos siempre en el Señor, sabiendo que con Él somos invencibles.