Víctor Bruce 1930-2016

La Tempestad es parte de un fructífero periodo en que Víctor pintó al óleo con grosor de materia y únicamente con blanco y negro. Logrando gradaciones intermedias muy ricas. Data de 1973 y fue adquirida en la ciudad de Panamá, a fines de ese año, cuando Víctor viajaba entre Chiriquí y la capital, ya planeando retornar al entorno citadino. Es el tipo de cuadros que el artista hacía en una sesión, a la prima, con golpes de espátula, aplicando pincel probablemente solo en el manchado inicial.

Casas Condenadas es un óleo de 1970, que presenta un entorno apreciado por el artista y que desarrolló en varias de sus obras. Las casas de madera, paisaje urbano, El Chorrillo, El Marañón, en las cuales los estragos del tiempo son evidentes y patéticos. Un gran charco de agua en primer plano acentúa la atmósfera de miseria y abandono. Las edificaciones, en hilera compacta, presuponen una especie de sincronía con sus habitantes, de los cuales no aparece ninguno, no obstante, su presencia es incuestionable. Es un abandono físico, pero más profundamente espiritual. Conceptual. Al fondo, una elevación de terreno que tal vez se podría pensar como epígono del cerro Ancón.

La tercera obra, María Raquel, es un boceto muy rápido, de 1970. TESTIMONIO DE WILFRIDO QUIROZ.

El entorno de Víctor era muy activo, en él se congregaba un grupo de jóvenes asistentes que entre las labores de utilidad cotidiana aprendían directamente del maestro los pormenores del oficio. Víctor fue siempre muy generoso para compartir sus conocimientos y técnicas. Nunca negaba un buen consejo o alguna tutoría que permitiese al interesado ahondar en las raíces del arte. Uno de esos mozos, a la época, fue Wilfrido Quiroz. Hoy Wilfrido se maneja por cuenta propia en los senderos de la creación, pero mantiene un recuerdo muy especial y amical por su preceptor Víctor Bruce, quien lo orientó en las lides de la pintura y del pensamiento estético.

Conversamos con Wilfrido en nuestro estudio. Recordó entusiasmado aquellos tiempos y las aventuras corridas al lado del maestro. Incluso, Wilfrido acompañó a Víctor en su periplo por las tierras altas chiricanas cuando Víctor hizo incursiones pictóricas y didácticas por Volcán y Cerro Punta, alrededor de 1973 y parte de 1974. De manera similar se trasladó con él a la ciudad capital y le siguió a la ubicación que tuvieron en calle 33 y avenida Cuba, a un costado de la Pensión América, aproximadamente entre 1977 y 1979. Así conoció a artistas de la talla de Jorge March, los hermanos Eugenio y Jorge Dunn (1924-2007), al gran dibujante Earl Denis Livingston y al propio hermano de Víctor, también artista, Oliver Delroy Bruce, conocido como Bruzolli (1928-2004).

Wilfrido recuerda el nombre de otros de sus compañeros como asistentes en el taller chiricano de Víctor. Nombra a Teófilo Coronel, Elmer (cuyo apellido ha olvidado) y a De La Rosa. De igual rememora a Mary, una joven chiricana que se unió con el maestro y con la cual procreó dos vástagos. Ella también partió con Víctor cuando este regresó a la capital y piensa que en la actualidad vive por Arraiján o La Chorrera, donde sentó su residencia Bruce. Wilfrido atesora infinidad de anécdotas jocosas o educativas de su estancia al lado del pintor, todas positivas y llenas de humanismo.

Víctor Bruce participó como artista invitado, junto con los maestros Simón Esteban Medina Fernández y Marco Ernesto Gómez Jurado, de la muestra organizada por los artífices chiricanos en la Galería de Arte DEXA de la Universidad de Panamá, dirigida en tales tiempos por el fraterno pintor Rodrigo Jaén, y que se inauguró el 11 de septiembre de 1974 con la denominación: ¡CHIRIQUÍ ADELANTE!, 20 artistas del Valle de la Luna.

Ya Víctor, cumplido su itinerario por suelo chiricano, estaba planeando el regreso a la urbe metropolitana. Lo cual concretaría a finales de este mismo año. Volviendo muy esporádicamente a Chiriquí en el decurso de 1975, 1976 y 1977.