El diario de un exconvicto
A pesar de su escuálida figura, él luce como un “Goliat” dentro y fuera de la Iglesia Tabernáculo de la Fe, ubicada en Juan Díaz.
A pesar de su escuálida figura, él luce como un “Goliat” dentro y fuera de la Iglesia Tabernáculo de la Fe, ubicada en Juan Díaz.
Su grandeza radica en su humildad y en su saludo ameno y sincero.
Para muchos, no existe, pero él siempre los tiene presente, tal vez no de nombre, pero sí de rostros. Una sola pregunta suya basta para saber que ha estado “espiando”.
“Hace dos domingos que no asistes al culto, tienes que venir, recuerda de dónde Dios te sacó”. Con esa autoridad Roberto Valentino James Nish, de 65 años, se dirige a un feligrés, a quien trata de amigo.
Roberto parece saber de todo. Aseguró que los marañones más dulces que hay en el país se encuentran sembrados en el antiguo cementerio El Marañón, que está ubicado en la isla Coiba, donde estuvo preso una tercera parte de su vida.
Entre los diálogos que sostenía con los otros prisioneros, dijo que todos coincidían en que los muertos
servían de abono a esos árboles.Se codeó con los grandes
La vida de ese hombre es digna de un libro. Nació en Colón, al igual que el tres veces campeón de boxeo, Ismael Laguna, con quien compartió en un cuartel policial y recordó haberlo visto “tirar la mano”, e incluso recibir un mal golpe de un turista estadounidense en un altercado, en Colón.
Su columna vertebral no es la más erguida, tampoco la más doblada. Sin embargo, no es impedimento para atender su ministerio de servir. Está encargado de barrer y trapear la Iglesia También ayuda a estacionar los autos de los feligreses que asisten al culto.
El Tabernáculo de la Fe.Caribeño europeo
Con una leve sonrisa, Roberto dijo que el color miel de sus ojos los heredó de su madre francesa, y su calvicie, de su padre jamaiquino.
En medio del conversatorio, por momentos hace silencio, hasta que recuerda que su vida discurrió entre Colón y Panamá. Con un semblante duro, reconoce que entró a la delincuencia entre los 8 y 9 años, y que solo hizo el segundo grado en la Escuela Pedro J. Sosa, en Calidonia, de la que se salió para dedicarse a la “”.
mala vidaSu futuro estaba marcado desde que se fue a vivir a San Miguel, Calidonia, un barrio violento, donde la delincuencia era el pan de cada día.
A los 12 años recibió su primera condena, a tres años de prisión por robarle a un turista. a un turista, en el bolsillo, y se llevó el dinero. Eso se llama “ Ese día, hubo dos sentencias: la otra fue a Silvano Ward Brown, el famoso estrangulador de mujeres, quien recibió una sentencia de 12 años por atacar a una fémina en San Francisco.
“Le metió la mano”bolseador”.Silvano y Roberto se hicieron amigos, compartieron en el Tribunal de Menores, ubicado entonces en Barraza, en El Chorrillo. A Silvano lo describe como un tipo violento, a quién solo él podía hacerle broma; el resto de los reos no se atrevía.
La mayor parte de su vida la pasaba en el tribunal, la otra en San Miguel. Al llegar a la mayoría de edad fue enviado a La Modelo, y luego a la isla penal Coiba, en Veraguas, a pagar su condena.
Allá, los militares asesinaban a los reos rebeldes. A otros los hacían subir a las palmeras y los bajaban de un tiro. Al que intentaba escapar en la montaña les disparaban y los puercos se los comían. También eran encuerados y atados a los árboles hasta que las hormigas se los comieran vivos.
“En la isla nadie lloraba a ningún muerto”, dijo, y recordó que uno de los mayores expositores de la música panameña, Rubén Blades, llegó a la isla Coiba a inicios de la década de 1970, a terminar los estudios de derecho; una vez que acabó, escribió dos canciones: “Plantación adentro” y “El Casanguero”.
“El Casanguero” es un pajarito parecido al perico que se come el maíz y el arroz; los militares ponían a un reo a vigilar al animalito que llegaba a las 2:00 a.m., para comerse el grano; el cuidador debía hacer ruido para espantarlo porque si se dormía, recibía una paliza.
La última vez que Valentino estuvo en la isla, un sargento le preguntó si quería perder su vida allí. Eso lo hizo reflexionar porque pasaba más tiempo en la cárcel que afuera. Entonces oyó hablar de Dios. Se consiguió una Biblia que empezó a leer y cuando llegó al libro de Pablo de Tarso, más se aferró y encaminó su vida a Cristo.
El 30 de octubre de 1986, pagó su última condena. Salió y llegó al Tabernáculo de la Fe. Vestía un pantalón con hueco, chancletas de colores diferentes y una camiseta. Y desde ese momento se dedicó a Dios y más nunca volvió a delinquir.
Si de algo se lamenta es de no haber estudiado, pero en la Biblia está su salvación, porque lo levantó. Quizás hoy estaría muerto como muchos de sus amigos, incluso loco. Pero da gracias a que está sano y salvo.
Pide a la juventud que no desperdicie su vida en cosas materiales, que solo llevan a la cárcel o a la muerte.