LA BAJADA DE SALSIPUEDES
La Bajada de Salsipuedes no siempre se llamó así. Antes era la calle 13 Este que desciende desde el histórico parque, frente a la iglesia de Santa Ana, directamente a la bahía de la ciudad. Era una de las más concurridas calles, pues por allí pasaban marineros, y las mercancías que llegaban y salían de la urbe.
Por su estratégica posición de unir el puerto, el mercado con la Avenida Central, y los barrios populares, fue el lugar que adoptaron a su llegada los chinos para vivir. Allí abrieron sus restaurantes, sus lavanderías, sus tiendas de abarrotes, sus pagodas y sus centros de juegos.
Los chinos llegaron a la ciudad de Panamá en el año de 1850 y lo hicieron a bordo de un barco con un raro nombre, Sea Wicht, (Bruja del Mar) con el fin de trabajar en la construcción del ferrocarril entre Colón y Panamá. Esta aventura salió mal, pues ellos no se adaptaron al clima caluroso, de intensas lluvias y enfermedades tropicales, y a la falta de tolerancia de otros trabajadores que los discriminaron. Cientos de ellos terminaron suicidándose, siendo este uno de los episodios más trágicos de la historia de Panamá.
Pero hubo chinos que sobrevivieron y se juntaron con otros que vivían en la ciudad. En esos tiempos, Panamá tenía dos barrios: el de San Felipe, donde vivían los comerciantes ricos, y educados, y en las afuera el arrabal santanero, poblado con gente muy popular. Ambos grupos sociales vieron con desconfianza la llegada de los chinos por sus costumbres nuevas que al principio juzgaron como raras.
Si al principio “la Bajada” ya era muy animada por el movimiento comercial y las cantinas que allí había, los asiáticos le agregaron un toque de misterio, que las supersticiones de los panameños exageraron.
Todo lo malo que pasaba se le achacaba a los chinos. Si moría alguien en una riña de marineros, si se perdía un perro, cualquier cosa, la culpa era de los chinos. Los maliciosos rumores llegaron a ser comentados por tantas personas que ya nadie quería pasar por allí después de las seis de la tarde, cuando comenzaba la noche.
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Las madres les decían a sus chiquillos que regresaran rápido de hacer cualquier mandado y hasta que evitaran subir o bajar por allí. Poco a poco, una advertencia que se les hacía a todos los que por allí caminaban se fue haciendo común. “Si vas a la bajada, sal si puedes”. Con los años, la frase se juntó en una sola voz y sirvió para identificar al lugar: “La Bajada de Salsipuedes”.
Pero el tiempo también sirvió para aclarar las cosas y conocer mejor a los vecinos. Con el trato diario, todos los panameños comprendieron que los chinos eran buenas personas, distintos, pero trabajadores y serviciales. De esta manera, la Bajada de Salsipuedes se convirtió en un sitio muy concurrido donde se podía comprar cualquier cosa a buen precio y comer la sabrosa comida china que terminó gustando a todos.
La Bajada de Salsipuedes pertenece hoy al folclore de la ciudad de Panamá, y es famosa por sus ventas de artículos como polleras, babuchas, prendas de fantasía, blusas, motas y cuantas cosas necesitan los muchachos para los desfiles del 3 de noviembre o presentaciones típicas escolares. También es muy conocida por sus puestos de libros escolares de segunda mano y siguen allí muy próximo al Barrio Chino.