Cuando llegó el balón...
Por Andrés Villa /[email protected]
El fútbol llegó a Sudamérica por los ferrocarrileros y marineros ingleses que desembarcaron en sus puertos con una maravilla que cautivó a todos, un balón de cuero.
En terrenos baldíos de Santos, Río de Janeiro en Brasil, Montevideo y Buenos Aires en el Río de la Plata, en el Callao, Perú, los jóvenes criollos enseguida se vieron atraídos a responder el reto que les lanzaban esos rubios y altos extranjeros que se ufanaban con ese nuevo modo de divertirse. Muy pronto la picardía de negros y criollos superó a la de los maestros y el juego nuevo fue atrayendo a todos. Se formaron clubes, se jugaron campeonatos y entonces nacieron los orgullos nacionales, las selecciones que vistieron los colores de las banderas. Hoy se ven en la Copa América.
El fútbol convierte a los jugadores en héroes nacionales o si sus esfuerzos son fallidos quedan marcados para siempre. Ese es el caso del portero de Jamaica, Dwayne Kerr, que en un lance horrible propicia el gol paraguayo, echando por la borda los esfuerzos de sus compañeros.
Las estrellas de los equipos son las que acaparan la atención de diarios, canales de TV y revistas especializadas, pero los villanos quedan para siempre. Brasil tiene el más odiado, el portero Barbosa, sí el del Maracanazo. En este mundial pasado el delantero Fred acaparó todos los votos a ser el villano. Julio César, el portero que se comió 7 contra Alemania vio terminado su paso por la selección.
Para mí Higuaín y Palacios, los delanteros argentinos que desperdiciaron las oportunidades frente al arco alemán, no debieran más estar en una selección nacional. Hay estrellas como Zico, Platini y Baggio que botaron penales, pero bueno, se dice que el fútbol da revanchas.
Tal es el caso del mediocampista Ortigosa, el 20 de Paraguay que nació en Argentina, que actúa en uno de los grandes de Argentina, el San Lorenzo de Almagro, hoy es una de las estrellas del torneo.
Los jugadores guaraníes que por no clasificar al pasado mundial rozaban en ser villanos ahora son aplaudidos y vitoreados por su afición.