Opinión - 06/5/22 - 11:00 AM

"Adiós, mamá Berta"

Por: Por Julio Bermúdez -

Berta Valencia Mosquera, la mujer que me recibió con el corazón abierto a los tres meses de nacido, que entre los cuatro y los cinco años me enseño a leer y a escribir, a sumar y a restar, y de cuya mano entre por primera vez de manera consciente a la Ciudad de Panamá, ha partido hoy.


Su vida es el libro que le debo, el que comenzó en 1932 cuando llegó a este país de la mano de mi abuela Rosalía Mosquera. Tenía entonces cuatro años, y nunca, nunca, olvidó ese grupo de luces que divisó el filo de la madrugada desde el barco en el que entraron al Muelle Fiscal.


Se ha ido con la humildad con que vivió. Había cumplido 94 años de vida el pasado 18 de abril, buenos años para celebrar su vida y pare recordar que hay gente que como ella nacieron para hacer el bien; para olvidarse de sí misma cuando sus hermanos quedaron huérfanos; para encargarse de mí cuando mi madre biológica deba trabajar y solo confiaba en ella para dejarme a su cuidado; par criar a cuanto muchacho llegó a sus manos, encarando la ironía de la vida de no poder tener los suyos propios, una suerte de la que se quejó siempre. “No es lo mismo, me decía, cuando uno tiene sus hijos”.


Hija de Rosalía Mosquera con Catalino Valencia. Julio, Serena, Arnobio fueron los hermanos que crío como hijos. Pero también estuvo Victorina Onésima, esa hermana que había quedado en Colombia cuando viajó con Rosalía a Panamá. Quedarse en Panamá jamás fue el proyecto de Rosalía, pero la vida es así, presenta sus bondades, pero también sus trampas, y la de Berta fue conocer a su hermana 70 años después. Luis Valencia también fue su hermano.


Larga como sus años, es la lista de cosas buenas que acumuló Berta Valencia Mosquera en vida, pero sobre todo el liderazgo de cariño que cultivó entre la familia, entre sus viejas amigas y entre mis hijos y los hijos de mis primos hermanos.


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