Opinión - 30/7/15 - 11:00 PM

Infiernillo político

Por: Ramón Jiménez Vélez Analista político -

Bueno, bueno, mientras el país pareciera aletargarse, producto de las serias crisis que enfrenta, el presidente aparenta apostar al hecho de que las críticas situaciones (inseguridad, falta de agua, cierres de calles, alto costo de la ida, colapso del transporte colectivo —aliviado por el metro— fuga de cárceles, delincuencia en los planteles educativos, entre otros, simple y llanamente le permiten holgazanear, ¿o si? Por cierto su estado contradictorio (todo cuanto dice lleva implícito lo contrario) hace que la gente no le ponga atención a sus declaraciones, ¿o no? De paso, el previsto problema con los indios por la hidro de Barro Blanco concluyo con una acción de fuerza para desbloquear la entrada al proyecto. La inconsciencia de los primitivos era de tal nivel que cerraron la entrada al proyecto a los trabajadores, quienes debían impedir que colapsara la represa y, por lo tanto, anegara las tierras, llevándose de paso a los propios obcecados indígenas. Pero fue el propio mandatario quien, para congraciarse en campaña con los indios, prometió que cancelaría el proyecto y sacaría a la empresa que lo ha desarrollado y lo había completado en un 90%, sin tomar en cuenta la reacción de los bancos aportadores de los millones, los cuales sonaron las alarmas de que cobrarían, ¿o sí? Luego en el poder se dio cuenta de que el asunto no era blofeanlo, pues si demolía la represa, como exigían los indios, tendría que afrontar los millones invertidos y además buscar dónde suplir los kilovatios que dejaron de producirse para el país. El mandatario contrapropuso darle toda la producción energética a la comarca. Eso hizo que cambiara el discurso (una vez más) y sentenciara que el proyecto iba y lo máximo sería cambiar la empresa del proyecto por otra, lo cual; sin embargo, tampoco resultaba un asunto de fácil solución ¿o no? Mientras se debatía el caso se negociaba en secreto con los colombianos del metrobús para darles una millonaria compensación y sacarlos del negocio, que nunca llegaron a cumplir. Era financiar la incompetencia, dejando serias dudas sobre la transparencia del acuerdo. Por eso era fácil culpar al cambio climático de la falta del agua al nivel de tener que reestructurar el paso de las naves por el Canal. Como bien plantearía el filósofo griego Aristóteles, enojarse con la persona debida en el grado debido y la hora precisa por el motivo justo y de la manera correcta no es fácil. Bueno, eso es todo por hoy, pero tranquilos que el próximo jueves habrá más.

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