Coiba, el laboratorio viviente
Proteger un paraíso. Dentro del reconocido Parque Nacional Coiba se realiza un sinnúmero se tareas para proteger y conservar su biodiversidad.
Coiba, el laboratorio viviente
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Por: Mellibeth González / [email protected] / @GonzalezCalvo23 -
Cuando se habla del Parque Nacional Coiba, se piensa en sol arena y mar, o que fue una colonia penal desde 1919 hasta 2004 que llegó a albergar a miles de reclusos.
Lo cierto es que, más allá de su atractivo e historia, el parque, ubicado a una hora en bote desde la Costa Pacífica de la provincia de Veraguas (Santa Catalina), es considerado un laboratorio viviente donde se realizan monitoreos, controles y vigilancia para conservar y proteger su biodiversidad.
Coiba es gobernado por un Consejo Directivo presidido por el Ministro de Ambiente (MiAmbiente), por lo que al llegar, hay un equipo de la institución integrado por 14 guardaparques, divididos en dos grupos de siete cada uno. Además, cuentan con seis buzos que permiten el desarrollo de todo el trabajo.
De acuerdo con Didiel Núñez, jefe del Parque Nacional Coiba, el mayor esfuerzo del equipo se sitúa en la parte norte y central, por ser de uso público; mientras que el sur es la zona menos patrullada, pues representa un riesgo por temas de narcotráfico y/o condiciones de navegación.
Aislados del resto de la población, con un teléfono público como único medio de comunicación -si está en servicio-, el grupo tiene la responsabilidad de una serie de tareas: monitoreos día y noche de tortugas carey, de cetáceos, tiburones y rayas, de semovientes, monitoreos acústicos para conocer el paisaje marino, extracción de redes fantasma, producto de actividades de pesca, (situaciones que han podido disminuir tras el trabajo de otros actores con pescadores como la Fundación MarViva); entre otras labores.
Todo lo anterior se realiza porque, por ejemplo, Coiba se posiciona como el lugar más grande de las tortugas carey. En la zona tienen la única población de tortugas carey en el país y en el Pacífico, con una población de más de 500 individuos marcados.
Desde el 2014, con aportes de otras entidades, se empezó una campaña de eliminación de animales en sitio que ocasionaban alguna alteración del ecosistema de especies nativas, sobre todo, para no perder su declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco).
Se trataba de vacas, caballos y búfalos; especies introducidas producto de la colonia penal que quedaron abandonadas. Al día de hoy, de acuerdo con Núñez, se encuentran en la fase final, monitoreando a los animales con cámaras trampa: hay cuatro búfalos machos en Coiba ahora.
"Cuando hicieron el muestreo se recomendó que el ganado no saliera a tierra firme, sino que se quedara aquí encuarentenado, porque el riesgo de donar esa carne era un riesgo de salud pública; genéticamente estaban deteriorados, cruzados madres con hijos...", explica Núñez.
Logros y proyecciones
Núñez reconoce que antes, el personal nacional que laboraba en Coiba le facilitaba el trabajo a profesionales extranjeros, sin embargo, han logrado obtener los recursos para que el equipo nacional realice sus tareas: pudieron conseguir un dron, cámaras trampa, cármaras GoPro, GPS, equipos de buceo, compresores...
El esfuerzo ha llevado al personal a trazar nuevas tareas como el monitoreo de guacamayas y tortugas verdes, rehabilitación de boyas, entre otras.
Como destino turístico, Coiba también tiene mucho que ofrecer, por lo que se están rehabilitando senderos, construyendo pozos termales y un mirador.
Trabajo en equipo
Durante un recorrido en el parque encontramos a una parte del equipo del Ministerio de Ambiente: Manuel Flores (guardaparques-operación de lancha), Alexis Robles (guardaparques-motorista), Adriana NG (estudiante de biología marina de la Universidad Marítima Internacional de Panamá), Didiel Núñez (jefe del Parque Nacional Coiba), Lissette Trejos (médico veterinaria de la Dirección de Costas y Mares), Jonathan Atencio (encargado de turno), Ricardo Sánchez (patrullaje) y Alvis Chong (guardaparques).
El grupo se divide las tareas propias de la convivencia durante su estancia de 15 días. Reconocen además que estar lejos de la familia por ese periodo es difícil, pero a la vez están orgullosos del trabajo que están realizando.
"La familia ya está consciente, sobre todo mi hija que es la que más lo sufre, pero ella sabe el trabajo que su mamá hace. La verdad me llena mucho de orgullo cuando ella me dice: "mi mamá es la protectora, la que salva las ballenas en Panamá, encargada de la salud de los mares". Eso me llena de mucho orgullo, pero la verdad sí es complicada la logística, pero mi familia me apoya mucho", cuenta Trejos, la médico veterinaria de la Dirección de Costas y Mares.
Vicente Del Cid, gerente Mercados Sostenibles en MarViva, reconoció la tarea del equipo y dijo que vale la pena que el resto del país conozca todo lo que se realiza dentro de Coiba, que resulta beneficioso tanto para el país como para el resto del mundo.