Tipiqueros - 04/10/13 - 08:11 PM
Yin, el cantor de la patria
Compuso a los 13 años su primera pieza “Viva Panamá”, la misma que hoy bailan los conjuntos típicos en sus presentaciones y con la que bautizó su conjunto musical.
José Edwin Sánchez
Crítica
En Panamá no se puede hablar de grandes exponentes del acordeón, si se deja por fuera a Dagoberto “Yin” Carrizo, una de las figuras que con su calidad aportó para que la música típica fuera reconocida a nivel nacional e internacional.
Autor e intérprete de grandes éxitos junto a la ya fallecida Catalina Carrasco (Catita de Panamá), y su conjunto Viva Panamá, forjaron una historia repleta de éxitos y recorrieron las principales tarimas, carnavales y ferias de todo el país.
Con más de 54 años de carrera, ya que se mantiene activo, Yin Carrizo recuerda que desde los 5 años tocaba armónica y a los 10 tuvo su primer acordeón, el cual fue un regalo de su madre que lo compró en 13 dólares.
Hizo sus estudios primarios en la escuela José Dolores Carrizo de Ocú y en la Normal Juan Demóstenes Arosemena, en la que desde que ingresó a los 12 años entró a formar parte del conjunto folclórico del plantel.
Apenas entró, le dieron un acordeón, sin imaginar que ese sería el inicio de una carrera llena de éxitos y algunos sinsabores.
Estando en ese conjunto, compuso a los 13 años su primera pieza “Viva Panamá”, la misma que hoy bailan los conjuntos típicos en sus presentaciones y con la que bautizó su conjunto musical.
Una vez concluyó sus estudios de magisterio, Yin, con unos 19 años, les dijo a sus padres que se dedicaría a la música y no ejercería la docencia.
“Ya componía y tocaba, así que una vez terminé mis estudios les dije a mis padres que me dedicaría a la música, cosa que hice y aquí me tienen”, sostuvo Yin.
Recuerda que su primer baile fue para unos carnavales en Calle Primera de Santiago de Veraguas, donde le prometieron 40 dólares por noche durante los cuatro días; pero la última noche cuando terminó el baile y debía cobrar, el promotor le sorprendió al pagarle 80 por noche, ya que los bailes habían sido todo un éxito.
Esa fue su tarifa más baja. En los años 70 ya cobraba 2 mil dólares por baile, y para Carnavales en la capital, llegó a facturar arriba de los 20 mil dólares las cuatro noches.
“No recuerdo bailes malos, siempre teníamos gente en los bailes. Incluso, ahora para el Festival del Manito nos presentamos y eso fue lleno total”, aseguró.
“Ahora la estamos tomando más suave. Por lo regular actividades privadas, eventos especiales y algunos toques en los que piden nuestra presencia. Pero gracias a Dios, siempre nos va bien”, resaltó el acordeonista. Asegura que le gusta tocar en los campos, pero cuando lo tiene que hacer en salas, lo hace con entusiasmo.
“Cuando me subo a la tarima, soy otra persona. Cuando estoy en una presentación no bebo licor y vivo la música muy inspirado”, reiteró Carrizo.
Momentos tristes y alegres
Como todo artista existe un mal momento en la carrera, para “Yin” Carrizo esto no podía faltar. Resaltó que en la década de los 80, en plena crisis política en el país, se le acusó de una situación delicada y tuvo que alejarse unos dos años de los escenarios, algo que para él “fue muy triste, pero que ya superé”.
Pero indicó que cuando el tema “Lucy” estaba en todo su apogeo, lo llamaron de California y Venezuela, para decirle que su tema estaba en los primeros lugares de preferencia en esos lugares.
Aunque ser músico de profesión no es una carrera fácil, Yin Carrizo considera que tampoco es muy difícil. “Lo importante es hacer lo que te gusta. Hacer música la hace cualquiera, pero triunfar en este campo es lo difícil; pero si te gusta, las cosas salen mejor”, dijo.
Grandes éxitos
Son muchos éxitos los que adornan la carrera de este hijo de Ocú, provincia de Herrera, pero hace mayor énfasis en “Julia” y “Lucy”, temas que marcaron hito en la música nacional y traspasaron fronteras.
Qué decir de “Cositas entre los dos”, “Me mata mi Maye” y “Sufrimientos y pesares”, los cuales abrieron un camino para el éxito de muchos artistas de este género.
Siempre admiró y vio como ejemplo a músicos como “Gelo” Córdoba, Ceferino Nieto y Daniel Dorindo Cárdenas, a quien considera un ícono de la música típica nacional.
Además de la música típica, le gustan las baladas y es admirador de las composiciones de Juan Gabriel y Agustín Lara, a nivel internacional.
Amante de la lectura, tiene entre sus obras preferidas “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.
“No hay duda de que la música me ha dado grandes satisfacciones. Me gusta la pintura y me he dedicado bastante a ella, pero si volviera a nacer, volvería a ser músico”, puntualizó “Cantor de la Patria”.
Crítica
En Panamá no se puede hablar de grandes exponentes del acordeón, si se deja por fuera a Dagoberto “Yin” Carrizo, una de las figuras que con su calidad aportó para que la música típica fuera reconocida a nivel nacional e internacional.
Autor e intérprete de grandes éxitos junto a la ya fallecida Catalina Carrasco (Catita de Panamá), y su conjunto Viva Panamá, forjaron una historia repleta de éxitos y recorrieron las principales tarimas, carnavales y ferias de todo el país.
Con más de 54 años de carrera, ya que se mantiene activo, Yin Carrizo recuerda que desde los 5 años tocaba armónica y a los 10 tuvo su primer acordeón, el cual fue un regalo de su madre que lo compró en 13 dólares.
Hizo sus estudios primarios en la escuela José Dolores Carrizo de Ocú y en la Normal Juan Demóstenes Arosemena, en la que desde que ingresó a los 12 años entró a formar parte del conjunto folclórico del plantel.
Apenas entró, le dieron un acordeón, sin imaginar que ese sería el inicio de una carrera llena de éxitos y algunos sinsabores.
Estando en ese conjunto, compuso a los 13 años su primera pieza “Viva Panamá”, la misma que hoy bailan los conjuntos típicos en sus presentaciones y con la que bautizó su conjunto musical.
Una vez concluyó sus estudios de magisterio, Yin, con unos 19 años, les dijo a sus padres que se dedicaría a la música y no ejercería la docencia.
“Ya componía y tocaba, así que una vez terminé mis estudios les dije a mis padres que me dedicaría a la música, cosa que hice y aquí me tienen”, sostuvo Yin.
Recuerda que su primer baile fue para unos carnavales en Calle Primera de Santiago de Veraguas, donde le prometieron 40 dólares por noche durante los cuatro días; pero la última noche cuando terminó el baile y debía cobrar, el promotor le sorprendió al pagarle 80 por noche, ya que los bailes habían sido todo un éxito.
Esa fue su tarifa más baja. En los años 70 ya cobraba 2 mil dólares por baile, y para Carnavales en la capital, llegó a facturar arriba de los 20 mil dólares las cuatro noches.
“No recuerdo bailes malos, siempre teníamos gente en los bailes. Incluso, ahora para el Festival del Manito nos presentamos y eso fue lleno total”, aseguró.
“Ahora la estamos tomando más suave. Por lo regular actividades privadas, eventos especiales y algunos toques en los que piden nuestra presencia. Pero gracias a Dios, siempre nos va bien”, resaltó el acordeonista. Asegura que le gusta tocar en los campos, pero cuando lo tiene que hacer en salas, lo hace con entusiasmo.
“Cuando me subo a la tarima, soy otra persona. Cuando estoy en una presentación no bebo licor y vivo la música muy inspirado”, reiteró Carrizo.
Momentos tristes y alegres
Como todo artista existe un mal momento en la carrera, para “Yin” Carrizo esto no podía faltar. Resaltó que en la década de los 80, en plena crisis política en el país, se le acusó de una situación delicada y tuvo que alejarse unos dos años de los escenarios, algo que para él “fue muy triste, pero que ya superé”.
Pero indicó que cuando el tema “Lucy” estaba en todo su apogeo, lo llamaron de California y Venezuela, para decirle que su tema estaba en los primeros lugares de preferencia en esos lugares.
Aunque ser músico de profesión no es una carrera fácil, Yin Carrizo considera que tampoco es muy difícil. “Lo importante es hacer lo que te gusta. Hacer música la hace cualquiera, pero triunfar en este campo es lo difícil; pero si te gusta, las cosas salen mejor”, dijo.
Grandes éxitos
Son muchos éxitos los que adornan la carrera de este hijo de Ocú, provincia de Herrera, pero hace mayor énfasis en “Julia” y “Lucy”, temas que marcaron hito en la música nacional y traspasaron fronteras.
Qué decir de “Cositas entre los dos”, “Me mata mi Maye” y “Sufrimientos y pesares”, los cuales abrieron un camino para el éxito de muchos artistas de este género.
Siempre admiró y vio como ejemplo a músicos como “Gelo” Córdoba, Ceferino Nieto y Daniel Dorindo Cárdenas, a quien considera un ícono de la música típica nacional.
Además de la música típica, le gustan las baladas y es admirador de las composiciones de Juan Gabriel y Agustín Lara, a nivel internacional.
Amante de la lectura, tiene entre sus obras preferidas “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.
“No hay duda de que la música me ha dado grandes satisfacciones. Me gusta la pintura y me he dedicado bastante a ella, pero si volviera a nacer, volvería a ser músico”, puntualizó “Cantor de la Patria”.