El Vidajena
Al fin la preciosa Peralvita, una chichita admirada y deseada por todos los manes del patio limoso había recibido su diploma de secretaria en una escuela pública de Río Abajo. Ahora, Peralvita se creía la dueña de la bolita del mundo. Todos los días salía a buscar chambita, pero donde los jefazos querían primero salir con ella toda la noche hasta el desayuno, otros querían pagarle una guayaba por su trabajo.
Pero, ella como es tan linda, tenía paciencia. Sabía que hallaría algún jefecito, bien parecido, como uno de esos galanes de telenovela, el que sería su elegido para peor es nada. Y lo consiguió. Cuando el ingeniero Concreto la entrevistó, Peralvita quedó caída con el paciero. Era un buaycito especialista en construir rascacielos y con buco e