Agua, IDAAN y cisternas
A medida que transcurre el tiempo, y los factores que hacen deficitario el suministro de agua potable tienden a agravarse, urge una política clara de cara a los consumidores, que garantice el libre acceso de la ciudadanía a un recurso natural determinante para el goce de una buena calidad de vida.
El proceso de comercialización del agua ha traído como consecuencia que una parte considerable de la población en las ciudades se vea impedida de obtenerla, y cuando la logra, es de baja calidad, creando una escasez ficticia que engrosa las ganancias de las empresas embotelladoras.
En el caso de Panamá, hay una crisis del agua para consumo humano que se manifestó con toda intensidad en el invierno pasado, cuando el IDAAN se vio forzado a recurrir a los profesionales de la Autoridad del Canal. ¿Qué se está haciendo para frenar en el futuro los efectos dañinos del cambio climático que apunta al agotamiento de las fuentes tradicionales de aprovisionamiento?
Si a quien escribe esta columna no le falla la memoria, nunca he visto un carro cisterna repartiendo agua para consumo de personas en Coronado, Costa del Este ni en otros residenciales habitados por gente de altos ingresos.
La escasez solo afecta sectores de clase media baja y pobre, que han tenido que establecerse en lugares informales en las partes altas de la periferia de los principales centros poblados, donde ni siquiera los últimos megaproyectos han llegado a satisfacer en su totalidad la demanda del líquido.
La asociación de empleados del IDAAN ha pedido que se investigue la contratación de cuadrillas privadas que utilizan equipos y maquinarias de la institución. Esta no es una práctica de reciente data.
Los consumidores desean saber qué está ocurriendo allá dentro del Instituto de Acueductos y Alcantarillados. Otra crisis como la del año pasado traerá consecuencias peores.