El que es fiel en lo poco…
Se cuenta la historia de una señora que viaja muy aprisa en su automóvil. Se le veía muy enojada con los demás conductores, les hacía gesto con la cara y las manos y, además, conducía de forma muy agresiva. De repente un policía la detuvo, la obligó a salir de la carretera y le pidió la licencia y los papeles del auto. La señora muy sorprendida le preguntó ¿por qué la detuvo? Y el policía le respondió: “Bueno, señora, al ver su comportamiento en la calle y además observar que el vehículo que conduce tiene una calcomanía que dice: Jesús es mi Señor, otra con el símbolo del pez y, finalmente, una que tiene la imagen de la Virgen de Guadalupe, pensé que ese vehículo no le pertenecía y que podía ser robado”.
Esta simpática historia nos muestra el efecto que produce en los demás nuestra falta de testimonio cristiano, no solo en las cosas grandes sino también en las cosas que consideramos pequeñas y sin importancia. Por eso el apóstol san Pablo nos dice: “Entonces, ya coman o beban o hagan lo que sea, háganlo todo para gloria de Dios. No sean motivo de escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios. Como yo, que intento agradar a todos, no buscando mi ventaja, sino la de todos, para que se salven”. (1 Corintios 10, 30ss) Cada actividad que realizamos la debemos hacer para mayor gloria de Dios sin excluir ninguna. El amor a Dios y al prójimo nos debe llevar a realizar todas nuestras tareas con la mayor perfección posible. Cada vez que cumplimos con nuestro deber con perfección estamos alabando a Dios y contribuyendo a que nuestros hermanos lo alaben también.