Manuel E. Amador en la plástica panameña
Es D. Manuel un pintor que pinta sin boceto ni dibujo (se nos ocurre que no tiene academia, ni tiempo ahora para hacerlo). Pinta directamente con el
Es D. Manuel un pintor que pinta sin boceto ni dibujo (se nos ocurre que no tiene academia, ni tiempo ahora para hacerlo). Pinta directamente con el pincel trazando la figura desde su mente, sin propósito plástico definido”. “Naturalmente que el rasgo más característico de los cuadros de D. Manuel es la ingenuidad, que es atrevida, chocante para muchos. En él no hay propiamente un estilo definido, logrado.
Hay más bien influencia fuerte de todo el arte moderno que él contempló a su sabor en su viaje a los Estados Unidos”. Al año siguiente Rojas Sucre repitió brevemente conceptos parecidos. Y comentando las obras enviadas por D. Manuel a la exposición de 1950 observaba: “Las tres muestran una factura estructural diferente, incluso hasta en el colorido. Las tres poseen, sin embargo, algo que las identifica: el dibujo con la pincelada directa sin previo boceto. Esta sola característica revela ya al pintor evolucionado y audaz. Ese mismo año Enrique Ruiz Vernacci, al elogiar el aporte de Olga Sánchez B., señalaba el influjo de Amador.
Hemos visto que a los nueve días de su muerte se organiza la primera muestra individual de Amador, que tuve el honor de inaugurar, y “La Estrella de Panamá” editorializó – noviembre 22 de 1952- acerca del suceso. Y Eudoro Silvera hizo el elogio del pintor, puntualizando su modernidad. “Podría decirse que cinco maderas (tres marinas, un desnudo y una cabeza) bastan para llenar de sonrojo a todos sus contemporáneos panameños. Una de esas maderas, un desnudo firmado en Nueva York en 1906, lleva en sí todos los descubrimientos del modernismo y ya presenta la liberación del dibujo y el color que se ha hecho característica en las pinturas modernas”.
La muerte de Amador sirvió, pues, para descubrirle al país las virtudes del artista. Aunque, insistamos, más como afirmación de simpatía que como corolario de una apreciación objetiva.
Exceptuada la eventual participación de D. Manuel en las exposiciones colectivas apuntadas, reducida a escasas piezas, hasta el momento se han realizado tan solo tres muestras individuales: la de 1952, una organizada por el Instituto Panameño de Arte en junio-julio de 1964, limitada a una selección –cincuenta unidades - de los dibujos, grabados y acuarelas que el pintor donó. El las dos últimas los catálogos se acompañan de sendas notas –ampliación la una de la otra - del profesor Isaías García, quien ensaya la ubicación estética del pintor. Si admitimos que existen cuadros y dibujos de Amador nunca expuestos, y considerando lo que ya sabemos, la posibilidad de reunir unos doscientos dibujos y medio centenar de óleos no es remota. El esfuerzo merece realizarse como diligencia obligada y previa a cualquier tentativa crítica.
Sin embargo, como acabamos de ver, acerca de la obra de Amador se han adelantado opiniones. Por su parte, en su ensayo “La Pintura en Panamá”, inserto en Panamá, 50 Años de República, Renato Ozores afirma: “A pesar de haberse destacado como pintor en edad muy avanzada, puede Manuel E. Amador, por la calidad extraordinariamente vigorosa de su arte, figurar a lado de los pintores jóvenes, y aun de aquellos de tendencias más revolucionarias”. “Si fuera posible –agregar- vincular la pintura de Amador a una escuela determinada, habría que pensar, tal vez, en el expresionismo. La gran soltura e independencia del dibujo, la desfiguración de la imagen atribuyen a los cuadros de Amador fuerza singular. Sus marinas, pintadas principalmente en su época en Nueva York, los bodegones de tonos casi siempre sombríos y, de manera especial un retrato de su padre tratado en grises solamente, así como varias figuras que recuerdan la primera época de Matisse y Vlaminck, permiten calificar a este artista entre los pintores más jóvenes de nuestro país”.
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EL PRÓXIMO DOMINGO.