Opinión - 03/10/13 - 12:59 AM

Masacre de Albrook

El movimiento subversivo fue puesto en marcha por la oficialidad joven de las Fuerzas de Defensa que ocupaban los mandos medios.

Por: -

Redacción

Hoy hace 24 años de la intentona golpista del 3 de octubre de 1989, que trajo como consecuencia la ejecución de once oficiales que se alzaron contra el régimen de Manuel Antonio Noriega.

El movimiento subversivo fue puesto en marcha por la oficialidad joven de las Fuerzas de Defensa que ocupaban los mandos medios.

Los cerebros de la operación fueron los mayores Javier Licona, Moisés Giroldi y el capitán Edgardo Sandoval. Estos dos últimos detenidos y masacrados, mientras que Licona pudo escapar y refugiarse en una base militar norteamericana.

A 24 años de esos hechos sangrientos, sólo dos de los condenados pagan prisión en Panamá, otro de los condenados fue indultado y dos permanecen prófugos.

La masacre de Albrook fue una matanza sin precedentes. Los carniceros se ensañaron con sus víctimas. Los disidentes, encabezados por Moisés Giroldi Vera, fueron ajusticiados después de una fracasada asonada golpista.

Para los involucrados en esos crímenes este recuerdo debe remorderles la conciencia. Ejecutaron a sus propios compañeros de armas sin mediar un juicio siquiera.

Las viudas de las víctimas de la matanza de Albrook no olvidan que algunos de los verdugos fueron indultados y ese será un motivo de rencor permanente contra los ajusticiadores.

La masacre de Albrook es baldón para la historia militar panameña.

Todos los civiles que aplaudieron la masacre del 3 de octubre también están estigmatizados por su actitud genuflexa ante los abusos de la dictadura. El de hoy es un aniversario triste, pero hay que recordarlo para que la nueva generación aprenda que este tipo de hechos no deben repetirse jamás en Panamá.


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