Recibí flores hoy
Recibí flores hoy. No es mi cumpleaños ni ningún otro día especial. Tuvimos un disgusto anoche, y él me golpeó; pero sé que él
Recibí flores hoy.
No es mi cumpleaños ni ningún otro día especial.
Tuvimos un disgusto anoche, y él me golpeó;
pero sé que él está arrepentido,
porque me mandó flores hoy.
Recibí flores hoy.
No es nuestro aniversario ni ningún otro día especial.
Anoche me lanzó contra la pared y comenzó a ahorcarme;
pero sé que él está arrepentido,
porque me mandó flores hoy.
Recibí flores hoy.
No es el Día de la Madre ni ningún otro día especial.
Tenía tantos moretones que me dio pena contestar a la puerta;
pero sé que él está arrepentido,
porque me mandó flores hoy.
Si lo abandono, ¿a dónde puedo ir?
¿Cómo me gano la vida? ¿Y qué será de mis hijos?
La situación empeora cada vez más, pero temo dejarlo;
pero sé que él está arrepentido,
porque me mandó flores hoy.
Recibí flores hoy.
Mi familia y mis amigos desfilaron ante el féretro para verme,
preguntándose por qué no había dejado a mi marido.
¡Si solo hubiera tenido la fuerza y el valor para dejarlo!;
pero no lo hice, así que recibí flores hoy.
Este imaginario relato póstumo escrito a modo de poema en 1991 por Allen «Two Trees» Dowdell, casado con una mujer que fue víctima de maltrato a manos de su marido anterior, nos obliga a encarar los innumerables casos de mujeres que aún en el siglo veintiuno se dejan maltratar y no le ponen fin a la violencia por el miedo que le tienen a su agresor.
Gracias a Dios, toda víctima de semejante violencia puede acudir a Él con la confianza no solo de que comprende su dolor, sino también de que tiene poder para darle la fuerza necesaria para abandonar al victimario y buscar ayuda profesional. Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo para que sufriera en carne propia el maltrato a manos de crueles verdugos y así pudiera identificarse con nosotros, interceder por nosotros y ofrecernos a cada uno su ayuda oportuna en toda circunstancia adversa de la vida.