Opinión - 11/4/14 - 01:36 AM

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A l caer las dictaduras en otros países se trata de borrar todos los organismos que fueron creados por ella para aparentar una democracia que no existió.

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Milcíades Ortiz Milcíades Ortiz

A l caer las dictaduras en otros países se trata de borrar todos los organismos que fueron creados por ella para aparentar una democracia que no existió. Aquí eso no sucedió. Según una leyenda urbana (cuento), el presidente Guillermo Endara (q.e.p.d.) buscando evitar situaciones que afectaran la endeble democracia, aceptó que siguiera existiendo el partido inventado por la dictadura militar. Sus legisladores, alcaldes, representantes, etc. gozaron del resultado de una elección que no pudieron manipular totalmente los militares. En las primeras elecciones después de la invasión, ganó uno de los personajes de la dictadura. Este fenómeno no lo entendieron muchas personas, especialmente extranjeros.

El pueblo había dejado de ser PRD y se convirtió en civilista en la lucha. Pero pocos años después, los que nacieron de la dictadura volvieron al poder... de manos de una democracia que ellos no permitieron por años. Al explicar este absurdo indicaba que algunos panameños tienen el defecto de querer "ser siempre la cabeza". Por eso los que lucharon contra la dictadura se dividieron... y perdieron las elecciones. Varios advertimos esa posibilidad. Pero las ambiciones de "sentarse en la silla presidencial" pudieron más que el peligro de que volviera a gobernar el país los que gritaban "ni un paso atrás, comandante". Personajes que hicieron desmanes cuando eran dictadura se transformaron en "blancas palomas de la paz".

Aun tras más de 20 años de la invasión molesta oír hablar de democracia a quienes violaron los derechos humanos. No se ha hecho justicia a los muertos, torturados, violados, abusados, etc. por la dictadura. "Está prohibido olvidar", "ningún tigre se vuelve vegetariano" son frases que hemos dicho por años para pedir que se haga justicia a los que sufrieron por la dictadura. Muchos desaparecidos reposan en tumbas anónimas. El "código del silencio" de la dictadura ha impedido que se sepa la verdad de esos crímenes. Hay realidades que no se pueden olvidar. Debemos defender nuestra democracia. Siempre me pregunto si aquellos militares y civiles que hoy se dan golpes de pecho "defendiendo" la democracia, no saltarían de contentos si volvieran los militares al poder en Panamá.

No me hablen de perdón porque los abusadores no se han arrepentido de lo que hicieron...


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