Vivir
La muerte es algo que no nos explicamos. Se acepta que al nacer... se comienza a morir. Sin ser filósofo meditamos sobre el fin de la existencia.
La muerte es algo que no nos explicamos. Se acepta que al nacer... se comienza a morir. Sin ser filósofo meditamos sobre el fin de la existencia. Tantas luchas, esfuerzos y motivaciones al final se diluyen en un destino inexplicable. Es frase conocida que “solo mueren los que se olvidan”. Visitar cementerios y criptas a varios nos causa un fuerte impacto vivencial.
Allí en frías lápidas o pequeños espacios leemos nombres, fechas y una que otra frase de recuerdos. ¿Qué se hizo ese ser que de una manera u otra participó en el escenario existencial panameño? Cuando niños no teníamos idea de este hecho. Mi familia de origen italiano iba a la tumba del abuelo Tomassino en el Cementerio Amador.
Esto permitía que viéramos algunos primos y tíos que durante un año no visitábamos. Como ocurre, las tumbas eran limpiadas y pintadas horas antes. Algún bellaco robaba flores de tumbas para vender a otros dolientes. Pesimistas dicen que no nos preocupemos mucho por lo que hacemos en vida. Todos nos vamos... Pero no podemos vivir en caos e irresponsabilidad ciudadana.
A veces no compartimos con parientes y amigos como sucedía el siglo pasado. La vida moderna que disfrutamos ha vuelto indiferentes a ciertos panameños en las “relaciones de sangre”. Después al fallecer no es extraño que se lamenten de esto, pero ya es tarde. ¡Cantemos a la vida y no a la muerte!
En países como México, la fecha es de regocijo y no de dolor. Un homenaje a nuestros difuntos, quienes como seres humanos cometieron sus errores. Evite actuar negativamente contra personas y la sociedad. Cada uno aquí y en otros países tiene su “hoja de vida”.
“La gente que amamos siempre estará con nosotros”, escuché hace poco. Demostremos amor siempre y no solo al fallecer ese ser especial. Irónico que luego del Día de Difuntos se inicien festividades patrias. Es que... ¡la vida continúa!