Eso se había convertido en todo un reto. "Este año lo descubriremos", decíamos mi hermano Orlando y yo.
El asunto era que deseábamos "sorprender" a Santa Claus, cuando ponía los juguetes bajo el árbol de Navidad.
Ya habíamos preguntado a nuestros padres sobre una duda enorme. "�Cómo entraría Santa Claus a nuestra casa, si no había chimenea?".
Nos dijeron que sería por alguna ventana, pero no dieron mayores detalles.
La noche del veinticuatro nos acostamos temprano. Y cuando los padres se durmieron, en silencio nos escondimos cerca del arbolito.
Hacíamos lo imposible para no dormirnos. Nos abríamos los párpados, con las manos. Echábamos agua en los ojos, etc.
Pero...!el sueño nos venció otra vez!
Al día siguiente allí estaban los regalos. Nos quedamos con las ganas de "pillar" a Santa Claus y sus renos.
Poco duró ese sueño. Mi padre era muy práctico y consideró "que había que decirnos la verdad". Gran desilusión sufrimos como niños que éramos.
Desde allí las Navidades no fueron lo mismo. Faltaba la magia, y los sueños hermosos de figuras y personas encantadas que traían felicidad a los niños... bien portados, �por supuesto!
Claro que los pequeños deben conocer la realidad de los cuentos, pero tener sueños no es negativo para su formación.
Después, la vida se encargará de hacerles comprender que no todo "es color de rosa".
En fin de cuentas, las fiestas navideñas realmente son una exaltación a lo mágico. Un canto a los sueños que dan risa y felicidad a los niños...
Pero no solamente hay que soñar con Santa Claus y el Niño Dios en Navidad.
A la gente panameña le falta tener más sueños. Así disfrutarían mejor de la vida. No habrían tantos amargados, negativos, regañones...
Entre mis sueños estuvo el de ser periodista y lo logré.
Otro de esos sueños fue enseñar. Luego de treinta y siete años de profesor universitario, he disfrutado de ese sueño.
También soñé con ganar un sueldo suficiente para pagarme algunos "lujos". Lo he conseguido poco a poco.
Tal vez el sueño más delicado fue el de llegar a viejo sin haber vendido mi conciencia. No haberme convertido en un aprovechado de mis profesiones y menos caer en vicios...
Me dijeron una vez, que cuando alguien deja de soñar, es que realmente está muerto, aunque respire. No destruyamos los sueños navideños de los niños tan temprano...